Si la llegada de internet facilita tanto la vida de las personas, a través de las informaciones y el entretenimiento, por otra parte, también puede ser perjudicial, dependiendo del uso que se le dé.
Una reciente investigación realizada por la Universidad de Boston, en los Estados Unidos, parece reiterar esto, ya que llegó a la conclusión de que el Facebook es un gran indicador de divorcios y problemas conyugales. De acuerdo con el análisis, las personas que utilizan redes sociales tienen un 32% más de chances de dejar a sus maridos o esposas de aquellas que no las usan.
Además, la investigación afirma que el aumento del 20% de los usuarios de Facebook puede estar vinculado al crecimiento de un 2,18% de la tasa de divorcios. Aun cuando los autores del estudio consideran variables como la situación laboral, la edad y la raza, la correlación se mantiene constante.
Problemas en la relación
No es de extrañar que una de las principales quejas recurrentes de muchas mujeres sea que sus compañeros pasan mucho tiempo en la web en las redes sociales y no las valoran.
Eso les sucedió a Diego y a Vivian. El muchacho se volvió adicto a internet cuando dejó de conversar con su esposa: “Yo pasaba más tiempo conectado a internet que conversando con ella. Ese era mi mundo. A la hora de comer, era enfrente de la computadora que yo comía.”
La frialdad
La situación llegó a tal punto que solo había frialdad entre los dos: “No nos peleábamos ni nos agredíamos, pero el desprecio era total. Llegamos al punto de no hablarnos durante tres semanas. Yo me despertaba, tomaba mi café, la miraba, pero no le dirigía la palabra”, cuenta Diego.
Aun así Vivian intentaba acercarse a su marido, pero sus esfuerzos eran inútiles: “Llegué a molestarlo, sin motivo, solo para ver si él reaccionaba o peleaba conmigo”, recuerda ella.
Baja autoestima
Pero Diego era demasiado orgulloso para ver sus propios errores: “Para mí, todos los defectos los tenía ella, y a causa del desprecio, mi esposa se volvió una persona triste y deprimida. Ella salía a vagar sola por la calle.”
Vivian estaba convirtiéndose en una persona con baja autoestima, llena de complejos: “Yo me veía fea, tenía miedo de salir de casa y que las personas se quedaran mirándome. Cuando salía, lo hacía sola. Pensé varias veces en el suicidio como la solución.”
El fin de la pesadilla
La solución para el matrimonio surgió cuando la madre de Diego lo invitó a participar de una reunión de la Universal. Él comenzó a recibir las orientaciones y decidió cambiar su comportamiento. “Aprendí que debía priorizar a Dios, que debía amarlo en primer lugar. El cambio fue tan natural que ni me di cuenta. Yo reconocí mis errores y le pedí perdón a Vivian.”
Para ella fue el fin de la pesadilla. “Yo, que vivía acomplejada, encerrada y aislada, estaba teniendo la atención de mi esposo. Vi que él estaba cambiando y decidí acompañarlo a la Iglesia. Participando y aprendiendo en las reuniones, también empecé a cambiar. El vacío que llevaba dentro de mí fue llenado completamente.”
Desde entonces ellos están unidos y felices. “Vemos otras relaciones enfriándose con el paso del tiempo, pero con nosotros es diferente. Cuánto más pasa el tiempo, nos unimos y nos amamos más”, afirma la pareja.
Si usted enfrenta problemas en su relación amorosa, participe de la Terapia del Amor a las 16 o 20 hs., en una Universal cercana a su domicilio, encuentre las direcciones ingresando en: http://universal.org.ar/direcciones
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