Recientemente, a través de un noticiero internacional, se divulgó que una de las sectas que más crece en el mundo es el culto a la llamada Santa Muerte o Nuestra Señora de la Santa Muerte, una mezcla bizarra de santos católicos y una falsa divinidad azteca, representada por un ídolo con forma de esqueleto (muchas veces de verdad) cubierto por una túnica y un manto. A esta “santa” sus “fieles” le depositan sus ofrendas (golosinas, bebidas alcohólicas, flores, velas) y hacen sus “oraciones” soplando sobre ella una humareda de extraños cigarros y puros.
Según la prensa y el escritor Andrew Chestnut, profesor universitario de Estados Unidos y autor del libro “Devoted to Death” (“Devotos de la Muerte”, traducción literal), los seguidores de la “santa” ya alcanzan alrededor de los 12 millones en el mundo hispánico; de ese total 6 millones se concentran solo en México – el culto comenzó a divulgarse hace solamente 12 años. El escritor explica que es la secta que más crece en todo el planeta.
Chestnut dice que antes del 2001, la adoración a la figura esquelética era clandestina, con altares escondidos en residencias, hasta que surgieron santuarios públicos en México a partir de ese año. Desde entonces, la práctica se propagó por el resto de América Latina, sobre todo en América Central y ciudades de Estados Unidos con gran concentración hispánica. También existen registros en Japón, en Filipinas y en Australia. Hoy, el culto es expuesto inclusive en espacios abiertos y públicos.
El escritor y otros especialistas consideran que la “santa” tiene origen en una mezcla del catolicismo español con la diosa pagana azteca Mictecacihuatl, una especie de reina de lo que sería el submundo de aquella mitología, destino de los muertos (similar al Hades y al Abismo de Hell, de las mitologías griega y nórdica respectivamente, lugares que no ocasionalmente corresponden al infierno).
Sacrificio humano
La extraña imagen puede ser presentada mediante la figura de una “santa” o de una mujer vestida de novia, a quien los “devotos” le encomiendan trabajos espirituales. Existen relatos de ofrendas de comidas, golosinas, bebidas, sangre e incluso sacrificios humanos. Los rituales a la nueva falsa divinidad se realizan con una gran humareda de cigarrillos sospechosos, alcohol, muchas velas y ofrendas llamativas, inclusive con niños. Muchos se tatúan la grotesca imagen en su cuerpo, intentando que parezca más atractiva. La entidad que le dio origen es comparada a otras figuras infernales de otras mitologías.
No es necesario pensar mucho para ver en eso una peligrosa relación de causa y efecto, y una forma más – nada velada – de adoración satánica, que lamentablemente gana más adeptos, día tras día.
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