Un estudio coordinado por el Instituto de Efectividad Clínica y Sanitaria (IECS) reveló que nueve de cada diez argentinos que sufren la Enfermedad Pulmonar Obstructiva Crónica (EPOC) no lo saben. Sus síntomas son tos, flema, falta de aire y resfríos frecuentes, pero no consultan al médico y por eso empiezan a tratarse tarde.
La EPOC es una obstrucción crónica para el paso del aire a través de los bronquios. Es progresiva e irreversible, pero si es detectada y tratada a tiempo se puede frenar su evolución y mejorar la capacidad pulmonar.
Adolfo Rubinstein, director general del Instituto, contó a Clarín: “La EPOC es una enfermedad subdiagnosticada: encontramos que un médico la había diagnosticado solo en el 10% de los participantes”.
Si la prevalencia es tan alta, ¿por qué los afectados no saben que tienen la enfermedad? “Muchos desconocen la existencia de la EPOC y los médicos suelen pedir electrocardiograma, análisis de sangre y radiografía de tórax en los chequeos, pero se olvidan de pedir espirometrías. Y la radiografía no permite diagnosticar EPOC en etapa temprana”, afirmó Edgardo Sobrino, médico neumonólogo y coordinador de la investigación.
Cuando la enfermedad se diagnostica, el paciente tiene que dejar de fumar, puede tomar medicación, y realizar rehabilitación respiratoria. En algunos casos se necesita usar una mochila con oxígeno de manera permanente, y en pacientes jóvenes, se puede necesitar un trasplante de pulmón.
“No creía en Dios, pensaba que no había una solución para mí”
María Cerri toda su vida tuvo problemas respiratorios, asmática desde nacimiento, sufría crisis que la hacían tener que permanecer internada y usaba continuamente un broncodilatador. A raíz de esas enfermedades comenzó a deprimirse. “Veía que todos llevaban una vida normal y yo no podía, vivía usando el puff”, recuerda.
Con el tiempo su corazón comenzó a crecer, era un problema hereditario, sus padres lo padecieron y uno de sus hermanos murió por su causa. A esto se le sumaron úlceras gástricas por la medicación fuerte que debía tomar. “Mi casa era una farmacia, terminé sangrando por todas los remedios que tenía que tomar”.
Por último, la muerte de su hijo mayor la hizo caer en un pozo depresivo durante tres años, en esos momentos intento tres veces suicidarse. Como se consideraba atea, no creía que hubiera otra manera de terminar con su sufrimiento.
“Participé de las reuniones de la Universal y superé el dolor de la pérdida de mi hijo, ya no pensaba en suicidarme y comencé a luchar por mi sanidad. Aprendí a creer y confiar en Dios y participé de la Hoguera Santa, entonces fui sanada completamente y obtuve otras bendiciones”.
Ella concurre a la Universal de Morón en Av. Rivadavia 17.551.
Martes de sanidad, a las 8, 10, 16 y 20hs, en Av. Corrientes 4070 – Almagro, o en La Universal más próxima a su hogar www.universal.org.ar/direcciones
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