El creciente número de personas en situación de calle en Los Ángeles, una de las ciudades más ricas de California y la segunda más poblada de los Estados Unidos, ha despertado la atención de los habitantes de la región. A pesar de los esfuerzos de los gobernantes, el problema es tan latente que la “Ciudad de los Ángeles” – como es conocida – se ganó el título de la “capital americana de los sin hogar”, lo que, obviamente, no agradó a los habitantes.
Pero ¿cómo actuar para ayudar a estas personas?
Iniciativas para extinguir ese gran mal y dirigir a esas personas a una vida digna no faltan. Una de ellas es el trabajo social que la Universal de la cuidad – liderada por el obispo Romualdo Panceiro – realizó hace algunos días.
Obispos, pastores y voluntarios (solamente mayores de edad) realizaron un movimiento especial de rescate denominado “Ángeles de la noche” (parte del grupo, en la foto de arriba).
Cerca de 40 personas formaron el grupo, que visitó en los alrededores de la sede de la Iglesia en Los Ángeles un parque que existe muy cerca de allí, un lugar que, al caer la noche, sirve de abrigo a las personas que viven en las calles de la ciudad.
Ellas fueron invitadas para ir hasta la Universal, donde fue montada una estructura para recibirlas, con atención médica, primeros auxilios, servicios de higiene personal y peluquero, entre otros.
Las personas también tuvieron la oportunidad de alimentarse y, enseguida, recibir una Palabra de fe, más allá de las oraciones. Muchas no tenían absolutamente nada que comer en aquella noche. Otras hacía mucho tiempo que no se cortaban el cabello; cargaban un semblante de dolor y sufrimiento.
De acuerdo con los voluntarios, la mayoría de esas personas terminó en la calle por los vicios o llegó al país atravesando la frontera entre México y los Estados Unidos, por lo tanto, no tienen donde vivir.
Por eso, la ayuda proporcionada por la Iglesia fue muy importante, porque quien vive en las calles difícilmente encuentra un hombro amigo. Por otra parte, solo quien sintió en la piel ese dolor sabe de qué estamos hablando.
Experiencia propia
Fabio Panceiro (foto de al lado, sirviendo a las personas), de 19 años, entiende perfectamente lo que es vivir es las calles de los Ángeles. Hoy él es voluntario de ese trabajo de la Universal, pero hace casi 1 año no tenía perspectivas y ni dónde ir. Él, que durante más de 1 año estuvo vagando por las calles de la ciudad, se alegra hoy por poder ayudar a quien tanto precisa.
“Yo sé lo qué es vivir en las calles, así como “no” vivir, mas luchas día tras día para mantener una ilusión, y al final, en esta situación, fácilmente oímos el llamado de las drogas. Por eso, no solamente les dimos a estas personas la comida para alimentar el cuerpo, o los primeros auxilios para cuidar la salud de ellas, o el peluquero para mejorar la apariencia, sino, por encima de todo la Palabra de Dios, cuyo objetivo es alimentar el espíritu, y el alma de cada uno. Mostramos con hechos que no existe fondo del pozo que la mano de Dios no pueda alcanzar.
[related_posts limit=”6″]