“Mi Dios, no estamos aquí para sensibilizarle con palabras, ni para cumplir con una obligación. Tampoco estamos aquí para decirle al mundo que estuvimos en el Monte Carmelo, oramos y entregamos los pedidos del pueblo. Estamos aquí para trabar una batalla contra el diablo, una batalla de la que, de antemano, sabemos que saldremos victoriosos, porque nuestra guerra no es contra las personas sino contra el diablo que actúa en sus vidas.
Mi Señor, hemos visto un mundo sufrido, caído, postrado delante de Satanás. Los valores del mundo son contrarios a los valores espirituales, las personas caminan hacia el infierno y no tienen conciencia de eso, porque el espíritu del engaño ha cegado su comprensión.
Pero nosotros estamos aquí para pedirte porque sabemos, y tenemos como ejemplo lo que sucedió en el pasado, que Elías estaba solo, había 850 profetas del infierno seguidos por toda la nación de Israel y había una depravación moral y espiritual en este país, porque el puebloque Te conocía, Te dio la espalda.
Mi Dios querido y amado, estamos acá representando a cada país, cada iglesia y, aunque las personas tengan distintas lenguas, culturas y costumbres, el diablo que actúa es el mismo. Los profetas de Baal están esparcidos por todo el mundo, y son muchos. Nosotros somos pocos ante ese ejército del infierno, pero tenemos al Señor, a nuestro Dios, al Dios de Abraham, al Dios que no duerme, cuya mano no se acortó para salvar.
En el espíritu de la fe y en el nombre del Señor Jesucristo, presentamos esa gente sufrida, enferma, afligida, perturbada, con hijos rebeldes, que están en un lecho de dolor con su vida pendiendo de un hilo, esperando la muerte.
Poderoso de Israel, en el nombre del Señor Jesús yo te invoco junto a mis compañeros, que en este momento, dondequiera que esté esta persona que un ángel la visite, porque si el Señor actúa, ¿quién lo impedirá? Entonces ahora mismo, mi Padre, presentamos a estas personas, que están aquí representadas por sus pedidos, por sus ofrendas de sacrificio, como si fuesen sus propias vidas en este lugar, todas esas personas están aquí en Espíritu, con nosotros, clamando, pidiendo justicia, pidiendo que el Señor libere a sus familias, que el Señor haga notoria su presencia, porque Tú no eres un Dios de piedra, de palo o de metal, el Señor no está parado en un altar, Tú eres el Todopoderoso, el Señor de los cielos y la Tierra, el Señor es el Único y Verdadero Dios, no hay otro en quien podamos esperar, a quien podamos pedir. Estamos acudiendo a Ti porque sólo el Señor puede oírnos, entonces haga caer las desgracias, todos los problemas que actúan en Tu pueblo, en Tu iglesia.
¿Cuántas personas han creído en Ti y han estado sujetas a la esclavitud satánica? Entonces te pedimos, ven ahora a liberar a Tu pueblo, quita ese espíritu de engaño, de mentira, que ha bloqueado el intelecto de esta persona.
Dios, estamos pidiéndote por nuestros seres queridos, familiares, amigos, pastores, obreros, miembros de la iglesia, porque ellos están aquí, envía ángeles dondequiera que haya alguien que confió en nuestras oraciones, en nuestros pedidos. Espíritu Santo, cambia esa situación ahora mismo, mi Padre.
En nombre del Señor Jesús imponemos las manos sobre los pedidos y como Tus siervos, con Tu autoridad, en nombre del Señor Jesús determinamos la cura de los enfermos, la liberación de los oprimidos, la salvación de esta casa. Mi Dios extiende tu mano para remover el espíritu de la incredulidad porque nosotros, en la autoridad del Señor Jesucristo, declaramos libres a estas personas y determinamos que los espíritus del infierno sean destruidos ahora.
Después de que el fuego cayó sobre el buey que Elías te ofreció, el pueblo tembló y temió. Entonces, Elías pudo matar a cada profeta del infierno y, en nombre de Jesús nosotros también matamos a esos espíritus que han desgraciado la vida de estas personas, los enviamos de nuevo al lugar del que nunca deberían haber salido. Determinamos que todos ellos sean literalmente enviados de regreso al precipicio y permanezcan allí atrapados hasta la venida de nuestro Señor Jesús. Ese es nuestro veredicto en nombre del Señor Jesús, amén”.