Italia es un país religioso. Con la herencia de una de las civilizaciones más antiguas del mundo, pasó milenios dejando crecer entre su pueblo tradiciones, costumbres y rituales. Son creencias que pasan de padres a hijos, sin que la próxima generación reflexione sobre lo que realmente significan, de dónde vinieron o cómo pueden efectivamente, colaborar en algo. Pero llegó la hora de decir “no”.
Una generación de jóvenes de la Forza Giovani (Fuerza joven Universal del país, en italiano), en búsqueda de respuestas y motivados por la lucha en contra de la religiosidad excesiva yel vicio de la droga, participaron del “Sepa decir No” (SDN). El evento sucedió el municipio Cinisello Balsamo, en Milán, al inicio de octubre, y reunió casi 750 jóvenes de todo el país.
“La Universal fue mi última puerta, después de ella nunca más tuve necesidad de las drogas ni de terapia en casas de recuperación”, afirma el responsable por el trabajo de evangelización en Italia, el obispo Wagner Simões. “Fui transformado y hoy puedo dar esa paz y esa libertad que recibí de gracia, por medio de Forza Giovani.”
Si en la juventud el obispo tuvo problemas con la dependencia química, hoy él se dedica diariamente para que las nuevas generaciones se alejen cada vez más de las drogas. “Yo era el reflejo de la sociedad en la que vivía. A los 16 años, era dependiente de las drogas, hacía asaltos a mano armada y ya había sufrido dos sobredosis”, explica, solo se recuperó después de encontrar ayuda en la Universal, donde obreros y pastores lo incentivaron a dejar el vicio, por medio de la fe inteligente.
El SDN contó con presentaciones teatrales y musicales, torneos deportivos, de vóley y futbol, enseñanzas y testimonios. El encuentro retrató la vida de los jóvenes y transmitió el mensaje de que es necesario utilizar la fe de forma inteligente, reflexionar sobre el mundo y saber decir no a lo que nos es perjudicial.
Expansión del trabajo
La Universal llegó a Italia en 1993 y, desde entonces, se esparció por las principales regiones del país. Roma, Milán, Nápoles y Florencia, por ejemplo, ya poseen Centros de Ayuda (CdA) hace años, atendiendo a la población que desea cambios reales en su vida.
La expansión, mientras tanto, no para. En los días 23 y 30 de noviembre fueron inaugurados CdAs en las ciudades de Verona y Turín. El obispo Wagner Simões lideró las inauguraciones y realizó oraciones por el área familiar, espiritual y por la salud de los más de 300 presentes. Al final, pregunto: “¿De qué sirve tener tanta fe en Dios si no sabemos usarla? ¡Porque todos tenemos fe! Y es eso exactamente eso lo que el CdA hace. Nosotros llevamos al pueblo a usar la fe que ya posee de modo que las personas conquisten las promesas que Dios nos ha hecho.”
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