“Es honra de los hombres proteger lo que crece… Poniéndole una estrella en el sitio del hambre…”
Armando Tejada Gómez
“Considerando que la humanidad debe al niño lo mejor que puede darle…”
Así comienza el Preámbulo de la Declaración Universal de los Derechos del Niño Adoptada por la Asamblea General de las Naciones Unidas.
Y dice el Principio IV:
El niño debe gozar de los beneficios de la seguridad social. Tendrá derecho a crecer y desarrollarse con buena salud; con este fin deberá proporcionarse, tanto a él como a su madre, cuidados especiales, incluso atención prenatal y posnatal. El niño tendrá derecho a disfrutar de alimentación, vivienda y recreo y servicios médicos adecuados.
Néstor murió el martes 6 de enero de 2015, a la edad de 7 años, por desnutrición avanzada y por tuberculosis pulmonar, una causa que suena inverosímil en un país caracterizado por la industria de materias primas alimentarias.
Evidentemante, él no gozó de ninguno de los derechos del niño que se postulan en la Declaración Universal de los Derechos del Niño para este mundo. Pero este es un mundo gobernado por hombres que muchas veces se olvidan de proteger lo que crece.
Mucho antes de que la Asamblea de las Naciones Unidas hiciera este importante reconocimiento en pleno siglo XX, hace más de 2 mil años atrás, Alguien ya había dejado en claro lo importante que eran los niños para Él.
“Dejad a los niños venir a Mí, y no se lo impidáis; porque de los tales es el reino de Dios”
Han pasado más de 2 mil años desde esa Palabra que Él pronunció, y nunca dejó de cumplirse, ya que Él defiende y protege a los que se Le acercan en este mundo y les garantiza los derechos que se cumplen en Su Reino, tanto ahora como en la eternidad, tanto a los niños como a los grandes.
Con certeza Néstor volvió con Él, a un Reino en el cuál no se olvidan sus derechos.
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