A muchos que estaban reunidos en la presencia de Dios, listos para oír la Palabra, Pedro comenzó a decirles que Dios no hacía acepción de personas, y que cualquiera que fuese justo, osea, que viviese porla fe, sería aceptado.
Dijo también que Jesucristo era el Señor y que había sido ungido con el Espíritu Santo y Poder para curar y liberar a los oprimidos por el diablo.Que Él había muerto y resucitado en el tercer día, y que por medio de Su Nombre, todo aquel que en Él creyera recibiría la remisión de pecados.
Fue hablando esas cosasque el Espíritu Santo fue derramado sobre todos los que oían la Palabra. Ellos no habían sido bautizados en las aguas todavía. Pero fueron bautizados en el Espíritu Santo, lo que prueba que no solo oyeron, sino que también aceptaron de manera sincera y verdadera la Palabra de Dios.
La obediencia a la Palabra, viene después de la aceptación de la misma. Yo acepto y obedezco; si no obedezco es porque no acepté.
¿Cuántas personas hay que ya se bautizaron en las aguas varias veces, y aun así no fueron bautizadas con el Espíritu Santo?
El bautismo en las aguas sin la aceptaciónde la Palabra de Dios, no es válido.El Espíritu Santo no necesita una regla para ser derramado, sino que necesita una entrega total y completa de vida en el Altar, a través de la obediencia.
Nosotros estamos viviendo el Ayuno de Daniel, momento propicio para estar
más sensibles a la Palabra de Dios, no solo para oírla, sino también para obedecerla.
Una vez que usted se entregue 100% a Él,en la misma proporción y en la misma intensidad, Él Se entregará 100% a usted a través de Su Espíritu.
Mientras aún hablaba Pedro estas palabras, el Espíritu Santo cayó sobre todos los que oían el discurso (…) Entonces respondió Pedro: ¿Puede acaso alguno impedir el agua, para que no sean bautizados estos que han recibido el Espíritu Santo también como nosotros? Y mandó bautizarles en el Nombre del Señor Jesús. Hechos 10:44; 46-48
Colaboró el obispo Djalma Bezerra