Todavía bajo la luna llena, en el Jardín de los Olivos, Jesús continúa consolando a los discípulos y preparándolos para los tiempos difíciles que estaban a punto de comenzar. No era para menos. Los discípulos habían dejado todo para seguir a Jesús. Trabajo, familia, amigos… La esperanza de ellos era una victoria triunfante del Mesías sobre los enemigos de Dios, la restauración de Israel del yugo romano.
En vez de eso, verían a su Maestro ser preso, maltratado, condenado y crucificado como si no tuviese ningún poder. Y sus nombres en la lista negra de los judíos y romanos. Pasarían a ser odiados y perseguidos como el propio Maestro. Tendrían que entender finalmente que el reino que Jesús vino a establecer no era político, sino espiritual. Entonces, realmente necesitaban ánimo.
¿Cómo les ofrece Jesús ese coraje? Usando el contraste. Déjeme explicarlo.
Las palabras de Jesús en este capítulo están llenas de contrastes para ilustrar que algo doloroso, malo y triste tiene que suceder para que entonces traiga algo mucho mejor:
– Si Yo no Me voy, el Auxiliador (Espíritu Santo), no vendrá
– Dentro de poco ustedes no Me verán más; sin embargo, poco después, Me verán nuevamente
– Ustedes van a llorar y a ponerse tristes, las personas del mundo van a alegrarse, pero su tristeza se convertirá en alegría
– En el mundo ustedes van a sufrir, pero sean fuertes y valientes porque Yo vencí al mundo
Para ilustrar esta gran lección, Jesús usa el ejemplo de la mujer embarazada:
Cuando una mujer está por dar a luz, está triste porque llegó su momento de sufrir. Pero, después de que el niño nace, la mujer está tan alegre, que ya no recuerda más su sufrimiento. (v. 21)
Aquí está el gran secreto de la fe y del éxito. En una palabra: sacrificio. No hay cómo alcanzar algo muy bueno, una gran alegría, sin renunciar a algo para pagar el precio. El propio Señor Jesús estaba pasando por ese mismo proceso: ser sacrificado para alcanzar la salvación de todos los que creen. Ni siquiera Él pudo escapar de esa ley fija para el éxito.
Por eso Él intenta en este capítulo dejar grabada esa verdad en los corazones de los discípulos. “Ustedes van a pasar malos momentos, días difíciles, pero si perseveran y no pierden la fe en Mí, el Espíritu Santo los guiará a la victoria.”
Estas palabras son tan verdaderas para nosotros hoy como lo fueron para ellos allá en el Getsemaní. Quizás usted esté disfrutando el éxito que pagó con el sacrificio. O está en el medio del sacrificio, luchando para alcanzar el éxito. Coraje. Fuerza. No desista en medio al dolor).
Perdedor. Vencedor.
El dolor es inevitable. La diferencia está en lo que usted hace de él: su sepulcro o su resurrección.
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