El Espíritu Santo no viene solo para que tengamos poder sobre el infierno. Él viene para establecer el Reino de Su Hijo Jesús en nuestros corazones para que reflejemos Su gloria en este mundo, para que exhalemos Su perfume.
Exhalar el perfume de Cristo es mantener la fidelidad en el matrimonio, el amor, el respeto, el valor de la palabra dada, el carácter. Fe y misericordia son características del carácter de la persona llena del Espíritu Santo. Él hace que usted sea una persona correcta a la hora de cumplir con sus compromisos, con su palabra, con la puntualidad, que tenga compasión de las personas perdidas, caídas, postradas, que no critique ni censure, por lo contrario, que salve.
Cuando una persona tiene los frutos del Espíritu Santo, tiene los dones del Espíritu Santo, pero cuando no tiene los frutos, entonces no tiene los dones. Imita a Dios, se hace pasar por una persona llena del Espíritu de Dios. A veces la persona piensa que está llena del Espíritu Santo, pero no es así porque quien tiene el Espíritu Santo vive en la justicia.
Si la persona es sincera y en oración reconoce que necesita ayuda, que ella está viviendo en el pecado pero quiere vivir en la justicia, Dios manifiesta Su misericordia y salva. Pero las personas que conocen la Verdad y viven en la iniquidad, en la mentira, los hipócritas, no hay salvación para ellos, salvo si se convierten de su mal camino.
Lo que Dios quiere es que Su pueblo manifieste Su gloria al mundo a través de la justicia, de la misericordia y la fe. Cuando uno exhala el perfume de Cristo, lo hace primero en su casa, los seres queridos son los primeros en testimoniar que la persona cambió, que está llena del Espíritu Santo. Él da poder para ser justo, para tener misericordia y para ayudar a las otras personas.
Extraído de obispomacedo.com
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