El consumo de drogas aumenta. No es una novedad. No hace falta mencionar estadísticas porque es una problemática que vemos todos los días en nuestro barrio, escuela, trabajo y hasta en nuestra familia. El grupo más vulnerable continúa siendo el de los jóvenes que por encontrarse en una etapa de crecimiento son blanco predilecto de los narcotraficantes.
Las drogas no solo perjudican a quienes las consume, las personas que las rodean padecen las consecuencias también. Las drogas interfieren en la relación con el entorno, la familia y el trabajo, y pueden llegar a comprometer seriamente el proceso de aprendizaje, especialmente en el caso de los jóvenes y adolescentes. Incluso, las drogas incrementan el riesgo de sufrir todo tipo de accidentes.
Además del uso de drogas, otro factor que se suma es el alcohol, esto es una consecuencia negativa que influye en el desempeño escolar llevando al fracaso tanto en la escuela como en la facultad. Este combo peligroso de drogas y alcohol puede exponer a los jóvenes al riesgo de sufrir accidentes, violencia, relaciones sexuales sin protección y embarazos no planificados, es decir, no se cuidan y pueden transformarse en padres a temprana edad o contagiarse alguna enfermedad por no cuidarse.
Algunos cambios notorios en el comportamiento de los jóvenes se evidencian porque no participan de las actividades habituales, cambian de grupo de amigos, tienen actividades secretas y comienzan a mentir y robar.
Acá es donde entran los padres cumpliendo el papel más importante, el cual deben ejercer con mucha responsabilidad, el de ayudar a sus hijos estableciendo una buena comunicación, siendo ejemplo y modelo positivo para sus hijos. Además de brindarles educación a temprana edad acerca de las drogas y el alcohol de manera preventiva. Nunca olvide, vuelvo a hacer hincapié en esto, que la intervención oportuna de los padres va ayudar a sus hijos a permanecer alejados de los vicios que destruyen a miles de jóvenes sin medir estatus social.
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