Imagínese una sociedad en la cual su socio le da todo lo que necesita para prosperar y a cambio de eso solo deberá devolverle el 10% de toda su ganancia. Es muy bueno para ser verdad ¿no? Pero sí es verdad. Es exactamente eso lo que revela el diezmo: una sociedad entre usted y Dios, en la que, entre nosotros, el mayor beneficiado es usted mismo.
Pero esa sociedad revela mucho más: devolver el diezmo es la representación de la relación entre Dios y usted.
Aún delante de tantos compromisos, impuestos o cargas tributarias, el diezmista, en primer lugar, honra a Dios con las primicias de lo que él gana. Y el resultado de esa sociedad es que Dios está en la obligación de honrar y proteger a su socio. El diezmista muestra en la práctica quién es más importante para él, y por eso Dios lo bendice lo que el diezmista fiel hace o protege.
“Reprenderé también por vosotros al devorador, y no os destruirá el fruto de la tierra, ni vuestra vid en el campo será estéril, dice el Señor de los Ejércitos.
Y todas las naciones os dirán bienaventurados; porque seréis tierra deseable, dice el Señor de los Ejércitos.” Malaquías 3:11-12
El diezmo representa nuestra reverencia para con Dios y al mismo tiempo protege el fruto de nuestro trabajo y trae prosperidad.
Si usted desea tornarse un diezmista, o para aquellos que ya son socios de Dios, en este primer domingo del mes de marzo, todos los diezmistas estarán siendo consagrados, en todos los templos de la Universal. Busque la dirección de una Universal más cercana y participe. Sea un socio más de esta que es la mejor sociedad que alguien puede hacer.
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