Con la incorporación de la vacuna contra la hepatitis A en el calendario nacional de inmunizaciones, hace seis años, disminuyeron más de 95% los casos de esa enfermedad, que suele afectar a chicos y adolescentes. Mientras que en 2004 se habían notificado 43.321 casos, el año pasado hubo sólo 329, según un informe del Ministerio de Salud presentado hace dos semanas en el II Simposio Internacional de Inmunizaciones.
Como consecuencia, en apenas dos años bajaron a cero los trasplantes de hígado por el deterioro que causa la infección viral cuando es fulminante.
A partir de 2005, la aplicación obligatoria de una dosis de la vacuna a los chicos de un año fue suficiente para generar en la población general un “efecto rebaño”, que permitió controlar el aumento de infecciones que el sistema de vigilancia epidemiológica tenía semana tras semana.
“Antes de la inmunización pediátrica obligatoria, por cada paciente con síntomas había 12 que no los tenían, con lo cual había mucha circulación del virus, y un porcentaje muy chico de los pacientes con síntomas tenía una infección fulminante”, señaló ayer la doctora Ivonne Malla, jefa del Servicio de Hepatología y Trasplante Hepático Pediátrico del Hospital Universitario Austral (HUA).
La hepatitis A es una infección que se transmite de persona a persona, principalmente a través del consumo de alimentos y aguas contaminados por las heces de una persona infectada. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), la enfermedad, que produce una inflamación del hígado, está asociada con la falta de agua potable y de higiene personal. De ahí que los expertos insistan tanto en un adecuado lavado de manos.
A diferencia de las hepatitis B y C, la A no produce enfermedad hepática crónica, salvo en su tipo fulminante, pero sí causa síntomas que producen una sensación de debilidad. Algunos son similares a los de la gripe (ver infografía).
Junto con la higiene y el saneamiento, la OMS recomienda vacunar a la población. Con la monodosis implementada hace seis años, nuestro país dejó de ser considerado endémico.
“El descenso de la circulación viral fue muy importante, ya que de un total de 60.000 casos de hepatitis A y de hepatitis sin subtipificar se pasó a 329 casos en 2010, con el último trasplante de hígado por la enfermedad realizado en marzo de 2007?, precisó la doctora Carla Vizzotti, jefa del Programa Nacional de Control de Enfermedades Inmunoprevenibles del Ministerio de Salud.
Al año de la nueva incorporación al esquema de inmunización, la cobertura de los chicos de un año ya era del 96,8% y en todas las provincias había disminuido la circulación del virus. “Eso significa que de 100 chicos vacunados, más del 95% está protegido”, explicó Malla.
Con la vacunación pediátrica, agregó la especialista del HUA, prácticamente se erradicó la enfermedad. En su hospital, por ejemplo, no se realizan trasplantes pediátricos por hepatitis A desde 2007. “Y en el país no se registran desde 2008 -dijo-. Tanto es así que si hoy nos llega un caso de hepatitis fulminante, pedimos la serología casi con la certeza de que no será hepatitis A.”
Los que menos se beneficiaron con esta estrategia preventiva fueron los mayores de 45 años, según las cifras que presentó Vizzotti en el simposio internacional. Eso es porque la mayoría tenía anticuerpos en sangre por haber estado en contacto con el virus. En el resto, entre 0 y 44 años, la cantidad de casos bajó en todos los grupos etarios, aunque con distintos porcentajes y hasta con un aumento de la proporción dentro del total de notificaciones.