“Mate a un judío o cristiano y reciba la recompensa del Jannah (Paraíso, en árabe)”. Quien lee este texto puede pensar que es una reproducción de una frase de la época del nazismo o de alguna carta dejada por los primeros cristianos. No es así. El “ofrecimiento” es de un folleto que está siendo distribuido en la ciudad de Durban, en Sudáfrica, prometiendo el Jannah (la concepción islámica del paraíso) a los que cometan el crimen.
Un misionero cristiano de la Universal recibió el folleto cuando estaba yendo a evangelizar a una prisión local.
Con el ascenso de grupos extremistas, como el Estado Islámico, que ha secuestrado y asesinado cristianos en Medio Oriente, incluso países con mayoría cristiana, como Sudáfrica, corren el riesgo de tener dentro de su territorio a grupos radicales diseminando odio.
Pero lo que muchos no ven es que no es actual que los seguidores de Cristo tengan que defender la fe con su propia vida. La Biblia cuenta que Esteban, uno de los primeros convertidos después de la resurrección de Jesús, fue apedreado hasta la muerte y que el apóstol Santiago fue decapitado. La historia también registra que hubo cristianos que fueron comidos por leones en las arenas de los anfiteatros, descuartizados y que sufrieron las más diversas atrocidades. Pero ni toda la crueldad del mundo, por más extrema que fuere, pudo impedir que el cristianismo sea practicado por al menos un tercio de la población mundial, convirtiéndola en la creencia con mayor número de fieles en el mundo.
Persecución por el mundo
De acuerdo con un informe de la Organización Cristiana Internacional Puertas Abiertas, la persecución a los que profesan a Jesús existe en 50 países, con Corea del Norte a la cabeza de los más peligrosos. Desde 2002, más de 10 mil personas fueron desterradas, detenidas, torturadas o asesinadas por cuestiones sociales, políticas y religiosas en el país.
China, un país oficialmente ateo, ocupa el puesto 29 en ese ránking. conversamos con un misionero brasileño que vive en el país comunista, pero no revelaremos su nombre para protegerlo. Él cuenta que, recientemente, a algunos chinos que estaban en Hong Kong no se les permitió entrar en la ciudad de Shenzen con la Biblia. Otros están presos porque fueron sorprendidos evangelizando sin autorización. “En una oportunidad, alquilamos un gimnasio para un evento y el aviso que recibimos fue que no podríamos llamar a las personas a acercarse al Altar para aceptar a Jesús. El evento tendría que contener un 90 por ciento de música y shows y el 10 por ciento restante de enseñanzas bíblicas”, revela.
El pastor José Ambriz, responsable por el trabajo evangelístico de la Universal en Senegal, ubicado en África Occidental, cuenta que allí la persecución no manda avisos. “Una de nuestras iglesias en la ciudad de Kaolack fue invadida hace un año por un grupo de musulmanes extremistas, con machetes, cuchillos, piedras y palos para matar al pastor y al auxiliar del pastor. Ellos escaparon, pero el templo estuvo cerrado por tres meses y las autoridades recomendaron que los misioneros no regresaran, pues el jefe religioso musulmán extremista había usado radios locales para promover el odio y muerte a los cristianos. Después de seis meses una persona decidió ceder otro espacio, incluso sabiendo que sería amenazado de muerte, y así volvimos para hablar de Jesús”, declara. Él además pide oración por una joven cristiana recién convertida que fue enviada a Mauritania, un país islámico al noroeste de África, por sus propios familiares, acusada de traición a la religión.
La india Sharmila Prakash, de 22 años, miembro de la Universal de Chennai, ciudad ubicada al sur de la India, sabe por experiencia propia lo que es sufrir una persecución. Después de dejar de creer en varios dioses para creer solamente en Jesús, su padre, adepto al hinduismo, se indignó tanto con la conversión de su hija que pasó a agredirla constantemente. “Él me golpeaba casi todos los días. Hace algunos días, cuando estaba volviendo de la iglesia, me golpeó muy fuerte y tuve que huir para salvar mi vida. Estoy viviendo en la casa de unos familiares, pero él ya llamó diciendo que si vuelvo, me mata. Sin embargo, todo esto solo me hace más fuerte. Y así voy a permanecer hasta el fin”, afirma.
La persecución que viene de los que se dicen cristianos
Los extremistas hacen público que el precio a pagar por abandonar la religión es tortura o muerte. Pero, ¿qué sucede cuando la persecución se hace de forma oculta, por quienes predican a Jesús “a su manera”?
El obispo Macedo puede hablar sobre el tema. Desde que tuvo la inspiración divina para comenzar con la Universal en una simple glorieta de Río de Janeiro, ya fue acusado de charlatanería, curandería, estafa y estuvo preso durante 11 días, en 1992. El obispo atribuye el hecho al crecimiento de la Universal, que estaba molestando a la religión predominante en el país, los dueños del poder de influencia en esos momentos. “En pleno interrogatorio el juez quería saber si había disminuido la cantidad de fieles de la Universal después de mi encarcelamiento. Fui seco. Le dije que no, que por el contrario, se había multiplicado”, comenta en el primer volumen de su propia biografía, Nada que perder. Desde entonces, la iglesia no paró de crecer y el líder de la Universal fue absuelto de todas las acusaciones. Sin embargo, el propio obispo sabe que las persecuciones no se detienen, ni van a detenerse. “Quien quiere servir al Señor Jesús debe estar preparado para ser perseguido”, destaca.
Esa comprensión también forma parte de la rutina del obispo Guilherme da Silveira, quien junto a su esposa sufrió muchas humillaciones para predicar el evangelio en Zambia, un país con el 72% de la población cristiana. Todo porque la religiosidad de muchos habla más alto que la propia fe.
“Todo comenzó cuando un periodista escribió que los pastores de la iglesia eran satánicos. Eso fue el inicio de una persecución religiosa sin fundamento, todo porque la iglesia crecía e incomodaba a los líderes religiosos. En otros países, como Etiopía, recibíamos piedrazos, escupidas en la cara y amenazas. Pero si no fuera por las persecuciones, la iglesia no hubiera crecido tanto”, declara.
Lo que los perseguidores deberían entender es que tamaño crecimiento, incluso ante amenazas, se debe a que los cristianos saben cuál es el bien precioso que llevan en su interior, la fe en un Jesús que no está muerto, y pagan con bien el mal que reciben. “¿Solamente en Brasil, cuántos millones, tal vez billones de reales de ahorro provocaron a los gobiernos los trabajos de liberación y cura de la Universal? Son adultos y niños que estarían colmando hospitales públicos buscando un tratamiento”, explica el obispo Macedo, destacando además que el intenso trabajo hecho por la Universal en las cárceles, que ya resocializó a miles de personas, se intensificó cuando él salió de la cárcel en San Pablo. Aún sufriendo injusticias por parte de las autoridades de la época, antes de salir él repartió Biblias entre todos los detenidos.
“Los verdaderos cristianos también perdonan”. Es lo que afirmó, en una entrevista al canal de TV árabe Sat7, Beshir Estafanos Kamel, hermano de Bishoy, de 25 años y Samuel, de 23, dos jóvenes cristianos decapitados en Libia por Estado Islámico (EI). “Todo eso nos ayuda a fortalecernos en ciertos períodos de crisis, porque la Biblia nos enseña a amar a nuestros enemigos y a bendecir a los que nos maldicen”, dijo.
Vencer los sentimientos y dejar atrás las marcas de la persecución no es nada fácil. Se necesita una fuerza interior muy grande para no desearle la muerte a los perseguidores. Pero es en momentos así que desahogarse con Dios hace toda la diferencia. “Me defendía al doblar mis rodillas para enfrentar situaciones desesperantes. En estos momentos el cielo se abre para quien suplica auxilio. Dios no está lejos. A pesar de habitar en la eternidad, en el Alto y Santo Lugar, Él también está junto al afligido y abatido de espíritu”, explica el obispo Macedo.
Por eso, quienes tienen la Biblia a disposición pero prefieren dejarla juntando polvo en un estante, deben parar por un momento y ponerse en el lugar de Sharmila, que aún siente el dolor de los golpes que recibió de su padre, o del libio Beshir, que no verá más a sus dos hermanos vivos, o de aquellos cristianos chinos que no pudieron llevarle una Biblia a sus familiares. El segundo paso es dejar el egoísmo de lado. “Quien es mayor puede ir a un hospital y hablar de Jesús. Nadie, en su sana conciencia, que tenga el Espíritu Santo es inútil. Porque si yo tengo algo y se lo niego a los demás, estoy siendo egoísta. Por eso, las persecuciones no nos van a intimidar, al contrario, evangelizaremos lo máximo posible”, concluye el obispo Macedo.
Un pastor de la Universal, condenado a prisión
“He pasado muchas persecuciones para predicar el Evangelio. La peor fue en 2004, en Madagascar, cuando fui detenido por las autoridades, pues un grupo de religiosos me acusó de romper la Biblia. Todo fue porque la iglesia crecía. Mi primer noche en prisión fue terrible. Sin comida ni abrigo en pleno invierno. Sin embargo, las personas que estaban allí necesitaban ayuda y les hablé de la fe en Jesús. Después de un mes me declararon inocence pero fui hallado culpable de promover el desorden público. Estuve seis meses preso. Después de cumplir la pena, salí de la prisión fortalecido, pues sé que Dios está conmigo. No tengo miedo a morir, porque cuando acepté a Jesús, morí para este mundo”.
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