Cocaína, marihuana, crack, paco, alcohol, medicamentos, cigarrillo, etc. Sean legales o no, hay sustancias que provocan adicción y convierten a una persona en un dependiente absoluto. Cuando el vicio se apodera de su mente, el adicto es capaz de cualquier cosa para satisfacer su necesidad. Roba, mata, vende lo que tiene en casa, se prostituye, en fin, pasa a vivir para mantener su adicción.
Estudios recientes muestran que, en apenas cuatro años, en Argentina se duplicó el consumo de drogas ilegales por parte de los estudiantes de los colegios secundarios de la ciudad de Buenos Aires.
El informe, realizado por el Ministerio de Desarrollo porteño, detalla que del 12% de los jóvenes escolarizados que reconocían en 2011 haber fumado un cigarrillo de marihuana, al menos una vez durante ese año, se pasó al 21% en 2014.
Por el lado de la cocaína y las drogas de diseño, en 2011 solo un 2% de los estudiantes afirmó consumir cocaína, mientras que en 2014 la cifra se duplicó, alcanzando el 4%. El crecimiento fue aún mayor en el consumo de éxtasis. Los casos pasaron del 1 al 4%.
Este estudio fue realizado en base a una encuesta a 1887 estudiantes, de 1°, 3° y 5° año de 30 escuelas de la ciudad de Buenos Aires, en una muestra dividida en partes iguales entre los establecimientos de formación pública y privada, además de representar proporcionalmente a los adolescente escolarizados en las comunas del norte, centro y sur.
Crece el tráfico
El informe anual de la Junta Internacional de la Fiscalización de Estupefacientes (JIFE) de la ONU señala cifras preocupantes sobre el tráfico y la producción de drogas en Argentina.
En lo que se refiere a la cantidad de establecimientos de elaboración de derivados de la hoja de coca descubiertos, el país se ubica en el cuarto lugar por detrás de Colombia, Bolivia y Perú, con 31 en el año 2012.
A esto se le suma que el 14% de la droga incautada en Europa en 2012 se exportó desde Argentina.
¿Hay salida para el adicto?
El obispo Rogerio Formigoni se especializó en la Cura de los Vicios. Su historia de vida muestra que tuvo una relación más que cercana con las drogas. “Yo fui adicto al crack, a la cocaína, a la marihuana, al hachís, al cigarrillo… vendí una moto para comprar crack y lo fumé en tres días. Por la droga perdí a mi familia, mi dignidad, mis sueños y mis deseos. Compraba marihuana y cocaína por kilo, fumaba entre 40 y 100 piedras de crack por noche”, contó a las más de 22 mil personas que lo escuchaban atentamente en todo el país.
“Cuando hablamos de vicios hablamos del mal del siglo, que entra en su casa sin pedir permiso. Al no saber como actúa el espíritu del vicio, uno se desespera y toma actitudes que no traen ninguna solución.
La persona adicta nunca va a reconocer su adicción, simplemente va a decir que es un usuario, un consumidor, dice que el adicto es aquel que vive en la calle, que roba para consumir, y como él tiene trabajo y familia no se considera un adicto. Solamente se dará cuenta de su adicción cuando esté en la calle, perdido y gimiendo.
Usted no comprende qué es lo que sucede en la mente del adicto y por ese motivo termina contribuyendo a que él siga en el vicio, por eso queremos que usted entienda que el vicio tiene cura.
La psiquiatría dice que el vicio es una enfermedad incurable, progresiva y fatal. Cuando la familia interna a sus ser querido, piensa que él va a salir de la clínica de rehabilitación y nunca más va a consumir drogas, pero eso no sucede. Todas las clínicas afirman que el vicio es una enfermedad incurable, progresiva y fatal. Su familiar sale de la clínica y consume peor que antes. Repite que es ‘un adicto en recuperación, que está limpio hace equis cantidad de meses’, solo que sus ganas de drogarse siguen ahí.
Atendí a personas que fueron internadas decenas de veces, y no conozco una clínica que nos haya presentado un caso en el que el adicto se haya curado. También dicen que es una enfermedad psicosomática, incurable, nosotros estamos demostrando que todo eso no es cierto, probando que los vicios tienen cura.
El adicto sigue en el vicio porque hay un espíritu que lo domina, y ese espíritu dice en la mente del adicto ‘es solo hoy, después parás’ y hace diez años que está así. Le dice que va a ir al bar a encontrarse con amigos, que va a volver temprano, sin embargo, cuando se da cuenta, pasó tres días fuera de su casa. Él llora, le promete a su familia que no lo va a hacer nunca más, sin embargo, al día siguiente hace otra vez.
Cuando llora y pide perdón está siendo sincero, pero no tiene fuerzas para salir del laberinto del vicio. Buscó la salida en clínicas, en psiquiatras, en psicólogos y la familia piensa que podrá resolver el problema a través de un impacto emocional. Lo desprecia, no le da dinero, lo echa de la casa y se convierte en su enemigo, así la situación empeora porque el adicto consume teniendo o no dinero, con o sin familia. ¿Cómo se resuelve el problema? Si le doy amor, no funciona; si lo desprecio, empeora. Hay una única salida, que es arrancar el espíritu del vicio que está en su interior. Una vez que salió el espíritu del vicio, el adicto pasa a sentir asco de la droga. Yo puedo decir esto porque fui adicto y pude salir.
El vicio es como la lepra. Nadie quiere estar cerca del leproso ni del adicto, nadie les cree, nadie quiere atenderlos, nadie quiere ayudarlos.
Cuando me invitaron a la Universal no tenía nada que perder. Me dijeron en esa época que la Universal robaba, que el pastor era ladrón y yo también lo pensaba. Pero cuando me dijeron que acá había una solución, pensé: ‘perdí todo con las drogas, ¿qué mal me puede hacer el pastor?’. No tuve dificultades para venir, si iba a drogarme todos los días, ¿por qué no iba a ir a la iglesia?
Naamán, el leproso, buscó al profeta, quien le dijo que debía sumergirse siete veces en el Río Jordán, un río sucio que era considerado impuro, porque allí estaba su cura. La Universal es como el Río Jordán. Todos dicen que es sucia, la critican, pero acá encontré mi cura cuando me lancé por completo. ¿Qué es sumergirse? Es entrar por esas puertas y decir ‘Dios, hable conmigo que yo obedezco’. Yo no tenía otra alternativa, entonces pensé que había una sola forma de saber si lo que el pastor decía era cierto: obedeciéndole.
No tuve dificultades en obedecer, si le hacía caso a un polvo, a una piedra, ¿por qué no iba a obedecer lo que el pastor me decía?
Yo estaba loco por las drogas, provocaban un efecto que me dejaba loco, y necesitaba una dosis mayor. El día que tuve una experiencia con Dios, la sensación, el poder que sentí fue mucho más fuerte que cualquier droga. Hoy esa palabra me deja loco y lo bueno es que el efecto no pasa. Vienen luchas y dificultades, pero nunca más necesité drogas, hace 20 años que estoy curado, sin tener recaídas ni deseo y eso es lo que también va a suceder con usted.
Haga su parte, obedezca, no importa qué vicio tenga usted o su familiar, será curado, tenga certeza de eso”, dijo el obispo Formigoni en la videoconferencia, para luego dar inicio al tratamiento.
Efectividad comprobada
Martín, de 18 años, fue solo uno entre tantos otros que salieron curados de esa concentración. Él, que desde pequeño sufría con los vicios, llegó siendo adicto al cigarrillo, a la marihuana y a la cocaína. A través de la oración de la cura, fue libre, se comprobó porque tuvo náuseas con tan solo sentir el olor de lo que antes lo hacía esclavo.
Otro gran testimonio de la noche fue el de Mauricio Gómez, que hacía casi 40 años consumía cigarrillo, marihuana, hongos, cocaína, pasta base, crack y todo tipo de drogas. Viajó desde Colombia especialmente para la concentración, y salió libre de lo que lo había aprisionado durante décadas.
Al final del tratamiento, el obispo Formigoni alertó que la cura solo es definitiva cuando el espíritu del vicio sale y entra el Espíritu de Dios. En esta oportunidad, el pastor John Quintero, responsable por el trabajo de la Cura de los Vicios en Argentina, oró por todos los que decidieron entregar sus vidas al Señor Jesús.
Conforme fue garantizado al principio de la reunión, fue una noche transformadora en la vida de todos los que participaron. Todos tuvieron la oportunidad de comprobar que, de hecho, hay cura para los vicios.
Todos los domingos a las 15 h, el pastor John realiza la reunión de la Cura de los Vicios en Av. Corrientes 4070. Si usted quiere liberarse definitivamente o tiene algún familiar que sufre con cualquier tipo de adicción, acérquese a buscar la ayuda que no ha podido encontrar en ningún otro lugar.
[related_posts limit=”15″]