El poder de la palabra es infinito, mucho más poderoso de lo que usted pueda imaginar. La Biblia dice que en nuestra lengua está el poder de la vida y el poder de la muerte.
Si usted confiesa la palabra negativa, está matándose lentamente. Si usted es una persona positiva, tendrá salud interior. Eso es muy simple de observar. A veces aparece un dolor pequeño de cabeza y usted pide algo para tomar. Inmediatamente el dolor aumenta, ¿no le pasó eso alguna vez? Extienda ese pensamiento a sus actividades diarias. Cualquier confesión del mal, aumenta el mal, así como cualquier confesión del bien, aumenta el bien.
Si usted observa y busca entender la Palabra de Dios, coincidirá conmigo en que es vida para quienes la practican.
Jesús fue el Verbo, la Palabra, y encarnó en un ser humano. Entonces, así como Él encarnó la Palabra, cuando nosotros la escuchamos y practicamos, esa palabra se encarna en nosotros y tenemos vida. Cuando uno lee la Biblia no está leyendo una historia, es algo mucho mayor que eso.
Cuando formamos una familia, para que haya paz y armonía dentro de casa establecemos reglas. Si se cumplen, habrá paz, pero si no se cumplen, surgen los conflictos. David dijo que “La ley del Señor es perfecta, que convierte el alma…”, (Salmos 19:7), entonces, si la obedecemos, traemos la perfección a nuestro interior.
Si usted quiere ser exitoso en su vida, deberá basar su vida en la Palabra de Dios, no en la de fulano, mengano, del obispo o del pastor, sino en la de Dios y en la de nadie más. Solamente quien no piensa escucha la palabra de los hombres. Yo no escucho la voz de nadie más que la de Dios, porque esa es la Palabra que da vida a nuestro cuerpo. Y la Palabra de Dios no impone nada, solamente da las directivas de una disciplina, de un orden, del orden del Reino de Dios.
Secretos y misterios de la fe con el obispo Macedo, todos los domingos a las 18h, en Av. Corrientes 4070 – Almagro y en todas las Universal del país por videoconferencia.
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