Una investigación hecha con ratas, en la Universidad de Carolina del Norte (UNC), Estados Unidos, sugiere que los mamíferos pueden ser genéticamente más parecidos a sus padres que a sus madres, aún heredando cantidades iguales de mutaciones genéticas de ambos.
Todavía era desconocida la forma en la cual el gen se manifestaba físicamente. Durante la investigación, tres variedades diferentes de ratones, evolucionados en distintos continentes, pasaron por varias cruzas para generar nueve tipos diferentes de crías híbridas. Cuando adultos, las expresiones genéticas de los animales revelan la influencia mayor de genes que vienen del padre.
Las mutaciones, que afectan a la salud humana, vienen de la madre y del padre. Sin embargo, si una enfermedad es heredada de la madre, el gen no se expresa tanto como si fuera heredado del padre. El descubrimiento puede abrir nuevos caminos para el tratamiento de enfermedades más complejas, de acuerdo con los científicos.
ADN divino
¿Cómo podemos comparar esa investigación con el lado espiritual? Imagínese que ADN sea un collar y cada una de las cuentas sea un gen. Esa secuencia de genes carga la información genética de todos los seres vivos. Es el ADN el que identifica las características y la especie de cada uno. Cuando una persona nace verdaderamente de Dios, pasa tener la marca del “Padre” dentro de sí. Comienza a tener semejanza con el Creador, o sea, contiene el “ADN divino”.
Todas las actitudes de los nacidos de Dios son basadas en el espíritu que está en su interior, de acuerdo con el carácter del Señor. Por más que existan otras influencias al rededor, la persona no se dejará llevar, porque eso no forma parte del “ADN” que conquistó.
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