Liliana Ramírez enfrentó situaciones que marcaron su vida desde pequeña, las secuelas tras un accidente doméstico que afectó sus nervios la hicieron depender de fármacos. Creció y a los 8 años de edad su familia la presentó a los espíritus, ellos creían que era una manera de protegerla, pero en realidad a partir de ese momento su vida se convirtió en un verdadero infierno.
“Recuerdo que comencé a ser atormentada espiritualmente, pues veía a familiares muertos. Crecí con odio porque fui abusada por varias personas cercanas a la familia. Estaba muy triste, porque no podía contarle a nadie, había sido amenazada por mis parientes. Así fue que a los 12 años ya estaba involucrada sentimentalmente con una persona.
Comencé a fumar, luego seguí con la marihuana y las pastillas, además de la medicación psiquiátrica. Varias veces intenté terminar con mi vida, llegué al extremo de intentarlo siete veces en un día. Era terrible mi estado, mis padres tenían que esconder los elementos cortantes para que no me haga daño.
Una tía vio lo mal que estaba y me invitó a participar de una reunión de la Universal. Fui y entendí que había una salida. Tuve que luchar porque me costó mucho, pero vencí. Fui curada de los trastornos psiquiátricos, Dios me liberó de los problemas espirituales y de los vicios. Ya no tengo tristeza en mi interior porque Él sanó las heridas internas y llenó el vacío que había en mí. Gracias a Dios ahora no solo tengo una nueva vida, tengo lo principal que es mi Salvación”.
Ella encontró lo que necesitaba para dejar ese pasado doloroso atrás y recomenzar siendo una mujer diferente, una mujer fuerte y determinada. La fe fue la herramienta que permitió esta transformación de vida.
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