Mi nombre es Cleiton Souza, tengo 24 años. Durante mucho tiempo tuve una vida doble, una que agradaba a mis padres y otra que se tornó mi realidad.
Desde joven mi sexualidad siempre fue una incógnita, algo que confundía mucho a todos e incluso a mí mismo. Me gustaban las mujeres, pero los hombres me atraían. Con el paso del tiempo fui aprendiendo a distinguir mis preferencias, era consciente de lo que quería, y mis relaciones homo afectivas solo aumentaban, casi siempre con hombres mayores que yo, que me daban todo lo que quería y no dejaban que me faltara nada. Sin embargo, eran relaciones frustradas, pues me gustaba la persona pero no podíamos hacernos cargo, yo por miedo a mis padres y, ellos, por ser en la mayoría de los casos hombres casados.
En su compañía me sentía bien, pero cuando llegaba a mi casa me sentía sucio, inmundo, sin embargo, no lograba detenerme. Con tantas decepciones, mi vida sentimental se destruía cada vez más y la depresión solo aumentaba. Para intentar enjugar las lágrimas, comencé a frecuentar clubes nocturnos gays, a conocer nuevas personas y así comencé a tomar alcohol, a fumar y a prostituirme con más facilidad. En esos bailes veía a hombres transformados en mujeres y me parecía inspirador, pero no tenía coraje, aún.
Comenzó a gustarme una persona de ese tipo y, después de algunos meses de relacionarnos, decidimos asumir nuestra relación homo afectiva. En ese mismo intervalo de tiempo, mis padres pasaron por una situación muy difícil. Las peleas eran constantes entre ellos y, debido a aquel infierno, tomé la decisión de irme de casa a vivir con ese muchacho.
Al principio era un mar de rosas, pero comenzamos a pelear mucho y, por fin, nos separamos. Desde entonces, me vi solo, en completa soledad. Ya nada tenía sentido para mí, se me notaba el sufrimiento en el rostro y, para llenar el vacío que sentía, cambié radicalmente.
Asumí una nueva identidad, pasé de Cleiton Souza a Lauanny Souza, me asumí mujer. Me convertí en la burla de mis amigos y familiares, víctima de malos tratos y bromas. Pero no me importó, cuanto más me señalaban, más me arreglaba de manera vulgar y salía a varios lugares con “amigos”.
Ya conocía el trabajo de la Universal, inclusive había sido miembro firme tiempo atrás, pero me había dejado llevar por las trampas del mal y había salido de la presencia de Dios. Eran tantas dudas las que me cercaban, además de los malos ojos para con las cosas de Dios y para con los pastores. Aun después de todo ese glamour de fiestas nocturnas, prostitución, dinero, drogas, bebidas, me sentía angustiado. Vivía de apariencia. Durante dos largos años tuve problemas de insomnio y también oía voces. Una de esas noches, sin lograr dormir, decidí escuchar la radio. El pastor llamaba a los oyentes que estuvieran apartados a volver, fue entonces que tomé mi decisión.
Recuerdo que era el periodo de la Hoguera Santa, participé con el pedido de nacer de nuevo, de ser hijo de Dios, pues solo así lo extraordinario sucedería en mi vida. Así ocurrió, entregué mi vida en el Altar de DIOS.
Hoy soy feliz, tengo paz, alegría, estoy completamente transformado, mis padres me perdonaron, vivo con ellos, tenemos un hogar bendecido. Soy una nueva criatura, con un nuevo enfoque y nuevos objetivos. Hoy, la voluntad de vivir llena las varias tentativas de suicidio.
Alguien creyó en mí, hoy tengo fuerza, soy parte de la Fuerza Joven Universal, y estoy dispuesto a ayudar a otros que actualmente estén viviendo como yo viví con la idea de que solo naciendo de nuevo pueden cambiar.
Jesús transformó mi ser, cambio mi vivir.
Yo soy un verdadero milagro.
Cleiton Souza