Es vivir en la fe. O sea, en la dependencia de los Pensamientos del Todopoderoso. No se los puede ver ni sentir, mucho menos tocar. Aun así, Él jamás permite que Su Palabra o Su Pensamiento vuelvan vacíos, sin cumplir Su propósito.
Vivir en el Espíritu es vivir en la fe de Su Promesa. Es vivir sujeto al empeño en Su Palabra.
Pero, quien no vive sujeto a los Pensamientos Divinos, ciertamente vivirá sujeto a los pensamientos malignos.
Jesús dijo que el diablo vino para matar, robar y destruir. Pero ¿cómo lo hizo? Usando la mente de las personas vacías de los Pensamientos del Eterno. Es así que él mata, roba y destruye a la humanidad.
¿Cuántos accidentes han ocurrido por causa del alcohol? Pero ¿quién instiga a beber y conducir?
¿Cuántas vidas han sido aniquiladas por accidentes de tránsito, a causa del uso del celular al volante? Pero ¿quién atiza al sujeto a tener curiosidad para mirar el celular mientras conduce?
¿Cuántas muertes han sido causadas por las drogas? Pero ¿quién los induce a usar drogas?
¿Cuántos hogares han sido destruidos por espíritus que hacen que los maridos estén en contra de sus mujeres y viceversa?
¿Cuántas vidas han sido eliminadas por balas perdidas?
Mientras tanto, ingenieros codiciosos usan material barato para triplicar sus ganancias en las construcciones. Y el número de víctimas en la caída de viaductos, edificios y puentes aumenta cada vez más.
Paralelamente, el comandante de un avión comercial, también inspirado por el diablo, deja su comando a los cuidados de un copiloto sin experiencia y se va a flirtear con una azafata. Resultado: ocurre una tragedia y centenas de vidas son segadas.
¡Piense en la infinidad de profesionales que no tienen la Mente de Cristo y que, a causa de eso, han sido fácilmente influenciados por los pensamientos de los espíritus malignos para matar, robar y destruir vidas! De allí surgen los muchos errores médicos y las muertes prematuras; los malos y deshonestos políticos que alimentan las injusticias sociales en la salud pública, en la educación, en la seguridad, etc.
Las entidades del infierno se han apoderado de las mentes egoístas, incrédulas y vacías de la Mente de Cristo, por lo tanto, débiles y susceptibles a toda suerte de ideas diabólicas.
“Y tú, Salomón, hijo mío, reconoce al Dios de tu padre, y sírvele con corazón perfecto y con ánimo voluntario; porque el Señor escudriña los corazones de todos, y entiende todo intento de los pensamientos. Si tú Le buscares, Lo hallarás; mas si Lo dejares, Él te desechará para siempre.”, (1 Crónicas 28:9).
[related_posts limit=”15″]