Acompañemos el versículo de abajo:
“En el principio creó Dios los cielos y la tierra. Y la tierra estaba desordenada y vacía, y las tinieblas estaban sobre la faz del abismo, y el Espíritu de Dios se movía sobre la faz de las aguas. “ Génesis 1:1-2
Vemos aquí que después de la creación de nuestro planeta por Dios, el mismo aún se encontraba vacío y sin forma.
Haciendo una analogía con otra creación divina, el hombre, constatamos que muchos se encuentran así en los días de hoy. Aún siendo “criaturas de Dios” presentan una vida vacía y miserable. Por donde pasan los ojos solo ven tristeza, enfermedades, angustias y lágrimas. Pero ¿cuál es el porqué de tanta desatención?
¿Dios se habrá olvidado de Su creación?
La respuesta es no.
Si continuamos analizando el versículo dice: “…el Espíritu de Dios se movía sobre la faz de las aguas.“
Así como en la creación del planeta, aún hoy el Espíritu de Dios se mueve dentro de nosotros cuando Lo invitamos a entrar.
Y entonces está el gran secreto: llamarlo, buscarlo y encontrarlo.
Solamente cuando tenemos dentro de nosotros el Espíritu de Dios es que nos volvemos aptos a la realización de uno de los mayores propósitos de Su venida.
“Yo he venido para que tengan vida, y para que la tengan en abundancia.” Juan 10:10
Mis amigos, cuando entendemos que sin la Presencia de Dios estamos insistiendo en algo inútil, – en lo que se dice al respecto de las conquistas materiales y humanas – y así priorizamos Su venida sobre nosotros estamos habilitándonos a recibir la plenitud de Sus promesas en nuestra vida.
¡Que el Dios de la Biblia los bendiga a todos!
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