¿Puede alguien que ama terminar matando a la persona que tanto dice querer? Sí, y los casos que lo confirman se ven con regularidad.
Recientemente, un caso horrorizó a la localidad cordobesa de San Francisco, cuando un hombre mató a su exmujer en el jardín de infantes en el que ella dictaba clases. Algunos niños de entre 3 y 4 años que estaban presentes en el lugar presenciaron la escena.
La Nación informa que el hombre, Mauro Bongiovanni (dueño de la empresa Bongiovanni Hnos. fábrica de conservadoras termoplásticas) tenía una restricción del hogar y ella contaba con el botón antipánico que le había otorgado la Justicia.
Nada sirvió para impedir el accionar de la ex pareja que la atacó con un cuchillo directo al cuello. Ella no tuvo ocasión de accionar el botón y una médica que trabaja en el lugar intentó intervenir para evitar el fatal desenlace.
Bongiovanni logró escapar pero fue detenido al poco tiempo. Él estaba en tratamiento en un instituto psiquiátrico de la ciudad por problemas mentales y de alcoholismo. Se habría escapado para matarla. Había antecedentes de ataques a la mujer por eso la Justicia había intervenido. La víctima fue identificada como María Eugenia Lanzetti; tiene dos hijos de 17 y 21 años.
Él estaba bajo tratamiento psiquiátrico ambulatorio, luego de que en septiembre de 2014 la mujer lo denunciara a la Justicia por violencia de género. Los vecinos del barrio San Francisco no salen del estupor que causó la muerte de la maestra del jardín “Estrellitas traviesas” y cuentan que el femicida la acosaba permanentemente: “Ella no podía vivir en paz”, dijo una vecina de la víctima a Radio Mitre Córdoba. Y otra amiga, Mili Bertorello, apuntó: “Le tajeaba las ruedas del auto. La seguía al jardín. Y, pese a todo, no tenía custodia policial”.
Sin embargo, el diario Clarín cuenta que en septiembre pasado, la jueza de Menores y Familia María Ester Martínez le había asignado a Lanzetti uno de los nueve botones que el Ministerio de Desarrollo Social distribuyó a mujeres golpeadas de San Francisco. Y hace sólo veinte días, la jueza ratificó que la víctima seguía necesitando el dispositivo de alerta.
Paradójicamente, en los últimos seis meses, María Eugenia nunca utilizó el botón para alertar sobre algún tipo de acoso por parte de su ex marido.
El diario Clarín accedió en forma exclusiva a dos pericias realizadas a Bongiovanni en noviembre y diciembre de 2014 después de que el asesino violara una restricción de acercamiento impuesta por la Justicia. Pero los médicos no avizoraron un peligro inminente.
En noviembre pasado, el ex marido de “Marita” había irrumpido en la vivienda de la víctima –allí viven también dos hijos del matrimonio de 17 y 21 años- y así se lo contó a la junta integrada por los psiquiatras Javier Degatti, Carlos Falconi y Mario Vignolo el 19 de diciembre pasado. “Tenía una restricción que no podía entrar a mi casa por una orden judicial. Entré con intenciones de matarme yo mismo; porque tenía un revólver encima. Y yo venía de una noche solo, mal, me alcoholicé y, bueno, me agarró melancolía, quería volver a mi casa, estaba mal. Estaba pasado de alcohol, estaba mal, entró el pibe más chico y, bueno, ahí me puse a llorar. El llama a mi señora y ella llamó a la Policía. Yo abrí la puerta y me di cuenta mal del acto que había hecho. Yo saqué unas puertas, rompí dos o tres vidrios, nada más”, había contado.
Un mes antes, el médico psiquiatra Luis Cornaglia, también había presentado un pormenorizado informe a la Justicia sobre su estado emocional. Esta pericia, fechada el 4 de noviembre, señala: “Requiere continuar con el tratamiento psiquiátrico ambulatorio y un estricto control especializado a cargo de un familiar o tercero responsable con emisión de informes sobre cumplimiento y evolución del mismo al Tribunal interviniente. Caso contrario deberá ser valorada la posibilidad de tratamiento en régimen de internación”. Allí, Cornaglia sostiene que “su peligrosidad es eventual y está directamente relacionada a la evolución de su patología de base y buena adherencia del tratamiento psiquiátrico indicado. Al momento actual no presenta índices de riesgo cierto inminente”.
La junta médica integrada por los psiquiatras Degatti, Falconi y Vignolo estableció tras la pericia que Bongiovanni “es calmo, pausado, no advirtiéndose violencia en sus esquemas de pensamiento actual, ni en su afectividad. Su inteligencia es normal. Su juicio está conservado”. Y concluyen que al momento irrumpir en la casa de su ex mujer “presentó una intoxicación alcohólica, con disminución de sus frenos inhibitorios, que sin embargo no le impidieron comprender y dirigir sus acciones”.
Causas y consecuencias
El amor, como sentimiento, puede convertirse en obsesión. El hecho de no aceptar un rechazo o forzar un amor no correspondido tiene finales extremos como el de la maestra.
El desequilibrio mental que sufre el victimario provocó que no lograse adaptarse a la realidad que vivía, que incluía la frustración de no ser feliz en una relación sentimental pasada con su víctima. La única forma que pareció encontrar para superar esa frustración fue acabar con la persona que era el motivo de su sufrimiento.
El hecho de estar bajo tratamiento psiquiátrico da sobradas muestras de que su interior no estaba bien, lo que se reflejó en la actitud tomada al matar a quien fuera su pareja.
El amor suele ser el causante de muchas frustraciones y dolores, por eso es necesario detectar los problemas a tiempo para evitar consecuencias más graves, como el nacimiento de sentimientos agresivos hacia la otra persona. Los celos y la desconfianza minan la relación y provocan que la pareja se vaya desgastando. Sin diálogo y, fundamentalmente, sin la presencia de Dios, será muy difícil mantener la relación y lograr que juntos superen todos los problemas que surjan en el camino.
Para eso, primero es necesario reconocer que el problema existe, para que luego los dos integrantes de la pareja estén dispuestos a resolverlo. Si hay una negación, será muy difícil que la pareja supere el escollo y salga de esa situación fortalecida.
Invierta primero en su relación con Dios y, en segundo lugar, en su matrimonio. De esa manera no habrá lugar para sentimientos negativos que siembren destrucción en la familia.
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