La fe es un poder que usted tiene a su disposición como un tesoro. Imagínese teniendo un tesoro que a medida que más gasta, más crece. Jesús dijo que el Reino de Dios es semejante a un tesoro oculto en el campo, cuando la persona lo halla, regresa a su casa, vende todo lo que tiene y compra ese campo. Así es la fe, sirve para que usted tome posesión de esa riqueza incalculable que trae beneficios materiales, emocionales y sobre todo espirituales.
Cuando se halla el tesoro, se halla la vida, la fe es ese tesoro escondido. Usted carga ese tesoro con usted, está disponible para resolver cualquier problema que enfrente. El problema no es la falta de fe, sino despertar esa fe, usarla. ¿Cómo es posible que usted tenga esa fe, pero delante de ciertos problemas se curva, se postra, llora y, a veces, algunas personas hasta se matan?
¿Por qué se comportan así si tienen fe? Porque falta el ejercicio de la fe. Para sacar provecho de su potencial, usted tiene que usar su fe, es decir, sacar una moneda de ese tesoro y presentarla en el Altar para adquirir lo que Dios está prometiendo. Es una moneda invisible, preciosa, más valiosa que todo el oro, Jacob salió de su casa con ese tesoro en su interior. Cuando fue a trabajar en la casa de su futuro suegro, él era esclavo. Después de algunos años tuvo que irse de la casa de su suegro porque era más rico que él y adonde iba, era bendecido.
¿Cómo puedo despertar mi fe?
En Marcos 10:46-52 dice: “Entonces vinieron a Jericó; y al salir de Jericó Él y sus discípulos y una gran multitud, Bartimeo el ciego, hijo de Timeo, estaba sentado junto al camino mendigando. Y oyendo que era Jesús nazareno, comenzó a dar voces y a decir: ¡Jesús, Hijo de David, ten misericordia de mí! Y muchos le reprendían para que callase, pero él clamaba mucho más: ¡Hijo de David, ten misericordia de mí!
Entonces Jesús, deteniéndose, mandó llamarle; y llamaron al ciego, diciéndole: Ten confianza; levántate, te llama. Él entonces, arrojando su capa, se levantó y vino a Jesús.
Respondiendo Jesús, le dijo: ¿Qué quieres que te haga? Y el ciego le dijo: Maestro, que recobre la vista.
Y Jesús le dijo: Vete, tu fe te ha salvado. Y en seguida recobró la vista, y seguía a Jesús en el camino.”. Su propia fe curó al ciego, no Jesús, porque él sacó de su tesoro la expresión de fe. Él solo dijo que su fe lo había salvado y fue curado en el momento.
El ciego despertó su fe para ser curado por Jesús, pero hay otra forma de despertar su fe. En Juan 9:1 dice: “Al pasar Jesús, vio a un hombre ciego de nacimiento. Y le preguntaron sus discípulos, diciendo: Rabí, ¿quién pecó, éste o sus padres, para que haya nacido ciego?
Respondió Jesús: No es que pecó éste, ni sus padres, sino para que las obras de Dios se manifiesten en él. (…) Dicho esto, escupió en tierra, e hizo lodo con la saliva, y untó con el lodo los ojos del ciego, y le dijo: Ve a lavarte en el estanque de Siloé. Fue entonces, y se lavó, y regresó viendo.”. A Bartimeo le dijo que su fe lo había salvado, pero con este otro ciego Jesús tuvo que hacer otra cosa porque él no estaba siguiendo a Jesús, estaba parado, no esperaba que Jesús llegara hasta él. El ciego no sabía de la existencia de Jesús, por eso debemos divulgar el evangelio. Vea que el ciego estaba esperando ayuda, pero Jesús, para despertar su fe, escupió en el piso, untó sus ojos y lo mandó a lavarse al estanque. Si él no obedecía a esa palabra, no sería curado. La obediencia lo hizo manifestar la fe. Su fe en la Palabra del Señor Jesús lo curó.
Cuando usted manifiesta su fe, Dios responde con una certeza absoluta, con una convicción poderosa de que usted va a poder vencer lo que sea.
Secretos y misterios de la fe con el obispo Macedo, todos los domingos a las 18h, en Av. Corrientes 4070 – Almagro y en todas las Universal del país por videoconferencia.
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