Una madre afligida nos buscó recientemente con la siguiente queja:
“Mi hija de seis años está muy rebelde. Cuando le digo que haga algo, por más simple que sea, o cuando me pide algo y no se lo doy, ella hace un escándalo — grita, llora, dice que no la amo… Yo me pongo nerviosa y comienzo a discutir con ella.”
Una cosa que los padres necesitan saber es que no deben entrar en discusión con sus hijos pequeños. Esta madre, por ejemplo, cuando comienza a discutir con su hija de seis años, se rebaja a la edad de ella — o eleva a la niña al nivel de adulta.
Una definición de niño es “alguien que aún no desarrolló su capacidad de raciocinio y juicio”. ¿Cómo discutir o debatir con alguien así?
Lo que el niño necesita es notar autoridad en la palabra de sus padres.
¿Cuál fue la última vez que usted discutió con una autoridad, con un inspector de tránsito, con un médico o con un juez? Usted simplemente acata a su autoridad porque sabe que discutir es en vano. Puede incluso no estar de acuerdo con la decisión de ellos, y buscar recursos apelativos, pero discutir allí en el momento solo empeorará su situación. Y las autoridades también lo saben. Por eso, no descienden a su nivel para reaccionar a las provocaciones de los que las rechazan.
De la misma forma, usted padre o madre necesita discernir y ejercer su papel como autoridad para sus hijos. Si el niño tiene que irse a la cama a las nueve de la noche, no discuta con él sobre esto. Limítese, como máximo, a darle una razón que él pueda entender (ej.: tienes que levantarte temprano mañana para ir a la escuela) y nada más, solo haga cumplir lo que usted dijo. Apague la TV, quítele los jueguitos, apague la luz y listo. Sin hablar más.
Es probable que él va a reclamar, va a llorar, va a justificarse, a acusarla de ser una pésima madre, a compararla con la madre del compañero de la escuela — pero no debe dejarlo participar en tal discusión. En el momento en el que el padre o la madre baja su nivel para intentar discutir o convencerlo al niño de alguna orden o regla dada, ya perdió la discusión.
No se discute con el niño. Sea bien claro en las reglas, limítese a dar una breve razón de por qué existen, y solo hágalas cumplir.
No, a su hijo no le va a gustar siempre esto. Pero ser padre no es un concurso de popularidad.
Extraído Blog Obispo Renato Cardoso
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