Dios no nos eligió en vano. Él separó a cada uno de nosotros con el objetivo de llevar Su Obra adelante. Todos Sus siervos tienen como misión hacer que la Obra de Dios avance a cada día, de la manera más rápida y eficaz posible.
El problema surge cuando los propios hijos del Altísimo detienen el desarrollo de la Obra de Dios. Lamentablemente, hacemos esto muchas veces sin siquiera darnos cuenta.
Usted detiene la Obra de Dios cuando:
– No invierte en sus talentos. Dios le concedió talentos para que estos sean usados a favor de Su Obra. Tener un talento y no usarlo es lo mismo que tener piernas y no caminar. Usted vive arrastrándose mientras que podría estar corriendo para cooperar con los propósitos de Dios. Cuando usted deja de invertir en sus talentos, está dejando de invertir en Su Obra.
– No hace lo que Dios le pidió que hiciera. La mayoría de las veces, esto sucede porque usted no se cree capaz de realizar la misión. Pero Dios nunca le pediría algo que usted no pudiera hacer. Si el Espíritu Santo le tocó para tomar alguna actitud o para hacer determinada elección, vaya adelante, sin miedo. Usted no necesita tener condiciones – nadie las tiene -, solo necesita estar en la dependencia de Dios.
– Se deja vencer por la vergüenza y por la timidez. Los grandes héroes de la fe tuvieron que superar ambas cosas para llevar la Obra de Dios adelante. Y todos los que desean cooperar con esta Obra deben manifestar la misma osadía. Es una cuestión de decisión: o usted enfrenta las debilidades o continuará conviviendo con estas, o se vuelve un trampolín para la Obra de Dios, o se vuelve una cerca.
– Espera que Dios haga lo que solamente usted puede hacer. Dios trabaja en sociedad con nosotros. Existen cosas que solo Dios, que es espíritu, puede hacer, como también existen cosas que solo nosotros, que vivimos en un cuerpo material, podemos hacer. La Obra avanza cuando ambos socios cumplen sus papeles. Si algo permanece estancado, entonces, probablemente, usted está dejando de hacer su parte – porque Dios nunca deja de hacer la de Él.
– Hace las cosas correctas por los motivos incorrectos. ¿Por qué usted quiere alcanzar determinada bendición? ¿Para beneficio propio o para beneficio de la Obra? Lo que usted hace bien, que es buscar el cumplimiento de las Promesas de Dios, pasa a ser un error cuando es hecho teniendo en mente su satisfacción personal. Cuando Dios nos bendice, Él está visualizando el crecimiento de Su Obra. Debemos tener la misma visión.
– Se preocupa más por sus necesidades que por las necesidades de la Obra. Cuando usted hace esto, se está colocando a sí mismo por encima de Dios, y considerando más lo que es terreno que lo que es eterno. Si satisfacemos las necesidades de la Obra, Dios satisfará nuestras necesidades. Pero si simplemente satisfacemos nuestras necesidades, ¿cómo quedan las necesidades de la Obra?
Cuando usted tiene el Espíritu Santo, no solo forma parte de la Obra de Dios, sino que es la propia Obra de Dios. Su avance es el avance del Reino de Dios, pero su estancamiento también es el estancamiento del Reino de Dios.
¡¡¡No acepte detener la Obra del Altísimo!!!