Casarse con alguien que ya tiene hijos no es apenas unirse a la persona amada, sino abrazar la acusa por completo, asumiendo a todos, sin vacilar. Pero, no siempre las personas están dispuestas a eso y, muchas veces, cuando lo hacen, terminan comprometiendo la relación, por la falta de armonía entre los miembros de la nueva familia.
Quien asume este tipo de unión debe saber administrar conflictos, expectativas y resistencias.
Renato Cardoso, explica, en uno de sus mensajes en su blog oficial, que, generalmente, la cabeza del niño no logra entender ese tipo de cambio brusco. Se necesita mucho empeño, amor, respeto y comprensión de todos, pero no siempre eso se encuentra en las familias mixtas.
“Quien trae al hijo a la nueva familia tiende a sobreproteger al niño, que ya pasó por el divorcio y tiene traumas. Entonces, para compensar, el padre o la madre intentan satisfacer todos los deseos del hijo y se compromete por el niño. El marido o la esposa se encuentran en un conflicto de qué debe hacer. Cuando el marido lo intenta disciplinar, la esposa defiende al niño. Pero hay otro extremo, el de la madrastra o del padrastro que comete el error común de querer imponer disciplina, o sea, querer imponer un ritmo diferente a lo que aquel niño está acostumbrado, en vez de intentar conquistar el respeto de aquel niño”, escribió.
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