En Mateo 22, Jesús dijo que: “El Reino de los Cielos es semejante a un rey que hizo fiesta de bodas a su hijo…”. Cuando un padre celebra la fiesta de casamiento de su hija o la de su hijo, se siente orgulloso, entonces invitan a las personas que conocen, invitan a las personas supuestamente amigas, conocidas…
“… y envió a sus siervos a llamar a los convidados para las bodas; mas éstos no quisieron venir.”. Esos siervos somos nosotros, es usted cuando va a invitar a alguien para que venga a la iglesia, usted está siendo un siervo invitando para venir a las bodas de Jesús, para que las personas conozcan a Jesús.
¿A cuántos ha invitado usted que no quisieron venir? “Volvió a enviar otros siervos…”, los otros siervos fueron y Él les dijo: “Decid a los convidados, ‘He aquí, he preparado mi comida mis toros y animales engordados han sido muertos, y todo está dispuesto; venid a las bodas.”. Los segundos siervos hicieron eso. “Mas ellos, (los mismos invitados) sin hacer caso, se fueron, uno a su labranza, y otro a sus negocios y otros, (los otros que fueron invitados) tomando a los siervos, los afrentaron y los mataron.”, que es lo que sucede en China, en Corea del Norte, entre los árabes, cuando se habla de Jesús ¿qué hacen ellos? Matan.
“Al oírlo el rey, se enojó; y enviando sus ejércitos, destruyó a aquellos homicidas, y quemó su ciudad.”, aquellos que han rechazado a Jesús van a sufrir durante 7 años en el reinado del anticristo.
“Entonces dijo a sus siervos: Las bodas a la verdad están preparadas; mas los que fueron convidados no eran dignos.”, cuando usted invita a una persona y ella lo rechaza o lo trata con desdén o le da la espalda, es porque esa persona no era digna.
“Id, pues, a las salidas de los caminos, y llamad a las bodas a cuantos halléis. Y saliendo los siervos por los caminos, juntaron a todos los que hallaron, juntamente malos y buenos…”, por eso usted encuentra en la iglesia a personas que nadie quiso, personas despreciadas, rechazadas, que no tienen a nadie que las apoye. Es decir, son personas que, para el mundo, no sirven más, pero para Jesús tienen un valor muy especial.
“Y entró el rey para ver a los convidados y vio allí a un hombre que no estaba vestido de boda.”, esas personas que eran malas y buenas, estaban vestidas de boda. Pero este hombre no. ¿Quién fue que vistió a esos hombres malos, como también a los buenos, con vestido de fiesta? Fue Jesús quien cambió sus vestiduras. Cuando la persona acepta participar de la fiesta, el Propio Señor Jesús le quita la ropa vieja, es decir la vida vieja, y coloca una vida nueva, la ropa nueva, el vestido de fiesta, para participar de Su fiesta.
Pero había una persona, un hombre que no estaba vestido para la ocasión. ¿Quién es ese hombre? ¿Y qué fue lo que llamó la atención de Jesús? Que no tenía una vida transformada, es decir, un vestido de fiesta. Él continuaba siendo el mismo, era una persona que mantenía su vida incorrecta.
¿Por qué no estaba vestido para la boda? Porque le faltaba fe, que es la que nos hace estar vestidos para la ocasión. Yo he vivido con esta fe, esta fe forma parte de mi vestimenta y no me la quito nunca, me baño con ella, vivo con ella, duermo con ella, me levanto con ella, 24 horas por día estoy vestido de la vestidura de la fe. Hay personas, lamentablemente, que solo manifiestan la fe cuando están en la Iglesia, pero cuando salen de la Iglesia, se quitan la vestimenta, la cuelgan en la percha y salen libres para vivir su vida.
Pero a la persona que no tiene esta vestimenta santa, Jesús le dice así: “Atadle de pies y manos, y echadle en las tinieblas de afuera; allí será el lloro y el crujir de dientes.”. ¿Quién sabe si usted aún no ha sido vestido para la boda?
Secretos y misterios de la fe con el obispo Macedo, todos los domingos a las 18h, en Av. Corrientes 4070 – Almagro y en todas las Universal del país por videoconferencia.
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