La Organización Mundial de la Salud (OMS) define a la salud mental como “un estado de bienestar en el cual el individuo es consciente de sus propias capacidades, puede afrontar las tensiones normales de la vida, puede trabajar de forma productiva y fructífera y es capaz de hacer una contribución a su comunidad”. Todo eso desaparece cuando el individuo padece depresión.
Enfermedad frecuente en todo el mundo que afecta a más de 350 millones de personas, la depresión puede convertirse en un problema de salud serio, especialmente cuando es de larga duración y su intensidad es de moderada a grave. En esos casos puede causar gran sufrimiento y alterar las actividades laborales, escolares y familiares. Como punto máximo puede llevar al suicidio, que es la causa de aproximadamente 1 millón de muertes anuales.
Durante los episodios depresivos típicos hay estado de ánimo deprimido, pérdida de interés y de la capacidad de disfrutar, y reducción de la energía que produce una disminución de la actividad, todo ello durante un mínimo de dos semanas. Muchas personas con depresión también padecen síntomas de ansiedad, alteraciones del sueño y del apetito, sentimientos de culpa y baja autoestima, dificultades de concentración e incluso síntomas sin explicación médica.
Dependiendo del número y de la intensidad de los síntomas, los episodios depresivos pueden clasificarse como leves, moderados o graves. Las personas con episodios depresivos leves tendrán alguna dificultad para seguir con sus actividades laborales y sociales habituales, aunque probablemente no las suspendan completamente. En cambio, durante un episodio depresivo grave es muy improbable que el paciente pueda mantener sus actividades sociales, laborales o domésticas si no es con grandes limitaciones.
“Me encerraba en mi habitación, no veía cómo salir adelante”
Ramona Ferreyra enfrentó una situación económica delicada, las deudas, sumado a dos años de desempleo, le causaron una profunda depresión.
“Estaba en la miseria, mi esposo ganaba $300 y yo me deprimía porque salía a buscar trabajo y no conseguía. Al regresar a casa me encerraba en mi habitación, no tenía una motivación para seguir luchando, ni siquiera lograba conciliar el sueño”, cuenta al recordar esos momentos difíciles.
Cuando ella tuvo la oportunidad de acercarse a la Universal, aprendió a usar la fe para vencer la depresión y salir adelante. No fue fácil, luchó y perseveró en las reuniones hasta que superó todos los obstáculos que le impedían ser una mujer realizada. De buscar trabajo, pasó a tener la visión y las ganas de ser independiente. “Comencé con un emprendimiento, luego tuve diez empleados, dos autos y una propiedad. Hoy trabajo para empresas internacionales y tengo muchos proyectos. Mi familia está muy bien, no solo mi vida cambió, toda la familia disfruta de una nueva calidad de vida”, afirma sonriendo.
Martes a las 8, 10, 16 y principalmente a las 20hs en Av. Corrientes 4070 – Almagro o en la Universal más próxima a su casa.
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