La genealogía es un estudio que posibilita conocer el origen, la ascendencia, la descendencia, las relaciones familiares, la procedencia de los nombres y apellidos de un individuo.
Está presente en varios fragmentos de la Biblia, principalmente en el Antiguo Testamento. En el primer contacto con un texto genealógico puede parecer innecesario y cansador, sin embargo toda la Sagrada Escritura es inspirada por Dios y útil para enseñar (2 Timoteo 3:16), y el mayor objetivo de la genealogía bíblica fue cumplido al probar el origen del Señor Jesús como Mesías.
En el pasado, tenía la función de preservar el linaje de las tribus, sus posesiones de tierras, identificar los vínculos de sangre y legitimar a los que iban a servir a Dios como levitas, sacerdotes y sumo sacerdote.
La sociedad judía era patriarcal. Por esta razón, normalmente, solamente los hombres aparecían. Sin embargo, un detalle significativo aparece en la genealogía del Señor Jesús, como forma de mostrar que la Salvación vendría por medio de la fe y se extendería a todos: las mujeres que formaron parte de Su historia.
Es interesante notar que ni Sara, ni Rebeca, ni Raquel o incluso ni siquiera Ester, importantes figuras femeninas de la Biblia, formaron parte del linaje de Cristo. Pero mujeres aparentemente insignificantes, que reconstruyeron sus vidas por medio de la fe y de Su misericordia, fueron Sus antepasadas. Vea el historial de algunas de ellas:
* Tamar – se involucró en un conflicto sexual (Génesis 38);
* Rahab – una ex prostituta (Josué 2:1);
* Rut – una extranjera (Rut 4:18);
* Betsabé – protagonizó una historia de adulterio (2 Samuel 11).
Esto nos enseña que no importa quién es usted o lo que hace. Quienes desean tener una nueva vida deben arrepentirse de sus pecados, pues así estarán aptos para pasar a formar parte de la familia de Dios. El secreto para permanecer en ella es no permitir nunca que la sombra del pasado nos atormente con dudas en cuanto a nuestra sinceridad delante de Dios.
Pero, a pesar de que los judíos eran tan cuidadosos con la tradición de las genealogías y leyes, no notaron lo fundamental: el nacimiento más aguardado de todos los tiempos – el del Mesías, Rey y Salvador Señor Jesús, que nació en Belén, y formó parte del linaje de David. Las propias profecías ya indicaban esto: Jeremías 33:14-17; Malaquías 5:2; Salmos 69:9; Isaías 9:1; Zacarías 9:9 y 11:13.
Esto nos enseña que el conocimiento de las Escrituras, cuando no está cimentado en la fe, se vuelve peligroso. Lamentablemente, este espíritu religioso ha sido visto en las iglesias en los días de hoy. Las personas han apoyado su vida en la práctica de rituales religiosos, en conocimientos bíblicos, cargos y títulos, y han perdido lo mejor de Dios, que es la Salvación. Porque, como dice la Palabra: La letra mata, mas el espíritu vivifica. A letra mata, mas o espíritu vivifica. 2 Corintios 3:6
Hoy no es más necesario el uso de la genealogía, ni para confirmar la posesión de bienes y mucho menos para distinguir quién es de esta o de otra tribu, pues somos uno en el Señor Jesús, como el apóstol Pablo afirma: donde no hay griego ni judío, circuncisión ni incircuncisión, bárbaro ni escita, siervo ni libre, sino que Cristo es el todo, y en todos. Colosenses 3:11
Colaboró: Pastor Núbia Siqueira