Quedarse dormido, tomar un taxi para no perder el presentismo y desayunar un café con leche pedido al bar de la esquina dos o tres veces por semana. ¿El resultado? Alrededor de 10.000 pesos anuales a cambio de dormir 15 minutos más. ¿Qué elige?
Toda elección implica dejar de lado otras alternativas. Es, como lo explican los economistas, el costo de oportunidad: elegir un camino implica no tomar otro. Un gasto también es una elección que puede ocultar un vicio económico. No es solo un consumo “oculto”, es una conducta negativa en el manejo de la economía diaria que se puede corregir tomando conciencia.
“Detrás de cada gasto hay una decisión”, explica a La Nación, Ezequiel Baum, economista y trainer financiero. “Para saber cuál es el punto flojo, es preciso hacer un examen puntilloso de los gastos de todos los días”, agrega. El mejor método es hacer el proceso todos los días de completar una planilla de Excel o Google Docs. “Así, al llenar gasto por gasto, se logra hacer el clic y descubrir en qué se gasta de más”, añade. Un ejercicio que puede ser tedioso, pero “sumamente necesario”, según Baum.
Así, muchos se dieron cuenta de que se quejaban de que no tenían ahorrado el dinero para lo que querían hacer o comprar, pero porque lo habían gastado en “pequeños placeres inmediatos”: un café todos los días en confiterías, gaseosas en los quioscos, taxis y estacionamientos, entre otros.
Son microgastos de todos los días, los más insignificantes, que, en la suma total, a lo largo del tiempo pueden ser el equivalente al monto necesario para irse de vacaciones, comprar un nuevo electrodoméstico o, simplemente, tener ahorros.
Ellos confiaron en el Altar, sacrificaron y conquistaron
Ricardo: “Antes de llegar a la Universal era un mendigo. Vivía en la calle por culpa del alcohol. Tomaba de viernes a domingos, gastaba en el vicio el dinero que ganaba. Estuve mendigando durante tres años, dormí en obras en construcción, en las esquinas…
Hoy, gracias a Dios estoy libre del vicio, no duermo más en la calle, me casé, estamos muy bendecidos. Tengo mi empresa constructora con la que estamos edificando un edificio de nueve pisos y tengo diez empleados. Mi vida cambió cuando decidí depositarla en el Altar, hace un año. Sacrifiqué, envié mi pedido al Templo de Salomón y Dios me respondió”.
Marta: “Llegué a la Universal endeudada, había quedado viuda y no tenía nada, no sabía cómo iba a hacer para mantener a mis hijos y pagar las deudas. Perseverando y sacrificando en el Altar, hoy gracias a Dios tengo tres emprendimientos. Por un lado, uno turístico, por otro lado, vendo ropa importada y también tengo un condominio en Miami. Hace 22 años que estoy en la Universal, participé de la Hoguera Santa en 44 oportunidades y mi vida cambió por completo”.
Congreso para el progreso, todos los lunes a las 8, 10, 16 y especialmente a las 20 h en Av. Corrientes 4070, Almagro.
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