Las personas trabajando en posiciones inferiores o medianas suelen quejarse de que no hay espacio para crecer en la empresa u oportunidad para ocupar cargos más altos.
Generalmente, ese es un razonamiento incorrecto. Sí, es un hecho que en toda empresa o institución puede haber nepotismo o favoritismo. Pero eso sucede también entre las personas con cargos inferiores. Es solo una realidad de la vida.
Lo que muchos no entienden, sin embargo, es la ley de la exclusividad: todo lo que es especial y escaso es valorado; todo lo que es común y ordinario es desvalorizado.
Esa ley es mejor observada en tiempos de crisis. Cuando las empresas necesitan escatimar gastos, rápidamente piensan en dispensar a empleados. Entonces viene la decisión difícil: ¿A quién dispensaremos y a quién mantendremos? Uno de los principales criterios, por cuestión de supervivencia de la empresa, tiene que ser mantener a quien trae más resultados. Y es entonces que los indispensables son mantenidos y los dispensables… dispensados. O sea, no hay crisis para quien se hace indispensable.
Ahora pregunto: ¿Ser indispensable es una decisión que la empresa toma por el empleado o que él toma por sí mismo?
La verdad es que los líderes empresariales tienen gran dificultad en encontrar talentos para ocupar posiciones de gran responsabilidad en sus empresas. No hacen falta diplomados, ni personas queriendo usar a la empresa para avanzar en sus carreras, ni tampoco personas listas para recibir órdenes como un robot.
Pero sí faltan líderes, personas que piensen, interesadas en hacer la diferencia, que solucionen problemas, que tomen la iniciativa y que no esperen recibir órdenes. Hay muchas vacantes para esas personas. Lo que falta son personas así para llenarlas.
Nadie dice que el mundo de las empresas es un mundo justo. La injusticia sucede en todos lados. La diferencia está entre los que sufren injusticias y solo se lamentan y los que sufren injusticias creen que su potencial es mayor que cualquier injusticia, y por lo tanto prevalecerá – en esta, en otra o quizá en su propia empresa.
Extraído Blog Obispo Renato Cardoso
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