Cuando Silvia Elena Jiménez cerraba los ojos, todos los problemas venían a su mente. Ella intentaba concentrarse en el sueño, pero las preocupaciones eran tantas que dormir parecía imposible. Ella tenía problemas pulmonares; su hijo estaba mudo debido a un accidente (permanentemente según los médicos); una de sus hijas sufría con gastritis y desmayos; la otra hija, peor, sufría por los problemas espirituales, veía bultos y tenía desmayos. Su marido, le era infiel.
Ninguno de ellos conocía el poder de la oración.
“Si Dios decide responder nuestras peticiones, exactamente como las hacemos, podemos estar seguros de que Él operará grandes maravillas”, afirma la escritora Joy Dawson en el libro “Cómo orar Por Alguien que Está Cerca o Lejos de Dios”, “Y la alegría resultante de eso será mayor que la tristeza causada por el sacrificio hecho, pues justo es el Señor en todos sus caminos, y bondadoso en todos sus hechos (Salmos 145.17).”
Joy, que ya escribió diez libros cristianos, incluso uno llamado “Intercession: Thrilling, Fulfilling” (Intercesión: Emocionante, Gratificante” en una traducción literal), defiende que la oración tiene el poder de ayudar a alguien, aunque esa persona no frecuente una iglesia, templo o una religión.
La propia Biblia demuestra, en su ejemplo mayor del amor de Dios por Sus hijos, que aún cuando alguien está viviendo en el error es válido orar por esa persona. “Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen” fue lo que el Señor Jesús pidió cuando estaba siendo crucificado (Lucas 23:34).
Si la paz puede ser traída nuevamente a aquellos que le quitaron la vida al Hijo de Dios, que ni siquiera creían en Él, ¿Por qué no podría ser traída a los que sufren, como Silvia Elena, sobre la cual hablamos en el inicio del texto?
El cambio
La vida de Silvia fue transformada cuando su madre intercedió por ella. Intentando sobrevivir a tantos problemas, ella no podía ver una solución para su vida. Su madre, mientras tanto, frecuentadora de la Universal, creyó y oró por la hija, que tuvo la fe renovada y, finalmente, fue a una reunión.
“Mi madre me invitó para ir a la Universal, pues ella veía mi solución y llevaba fotos mías y de mi familia a las reuniones”, declara Silvia. “Al llegar, aumentaron mi fuerza para que yo pudiese luchar.”
En la Universal, Silvia oró por ella, pero también intercedió por aquellos que no iban a las reuniones: sus hijos y su esposo. Funcionó. La salud de sus hijos fue recuperada, su marido revirtió su comportamiento, entendió sus errores y cambió. Ella volvió a dormir bien.
Joy Dawson explica, en su libro, porque la intercesión de Silvia, así como la de tantas otras personas, funcionó: “Cuanto más profunda es nuestra comunión con Dios, más nos concientizamos de que nuestra actitud en relación a aquellos por quienes oramos, es de suma importancia para que Dios continúe obrando a través de nosotros.”
Sí, es importante que usted lleve a la persona que necesita hasta una Universal más cercana. Pero es muy importante también orar por ella, creyendo realmente que ella puede tener la vida transformada, siendo que usted es el instrumento utilizado por Dios para eso. Ingrese aquí y vea 5 consejos para una oración más eficaz.
Invite ahora mismo a un amigo o a un familiar a pedir por alguien o algo y cree una red de intercesión. Comparta este texto en las redes sociales.
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