Yanina: “Estaba deprimida, mis papás se habían separado cuando yo era adolescente y eso repercutió en todas las áreas de mi vida. No tenía más ganas de seguir viviendo. Fue así que una amiga me invitó a ‘olvidarme’ de lo que me estaba pasando a través de las drogas. Empecé a consumir marihuana para olvidarme de lo que me pasaba. Llegaba a mi casa drogada porque era la única forma que encontraba de soportar la situación que vivía.
Cuando no tenía dinero, aspiraba pegamento y después empecé a robarle cosas a mi familia, las vendía para conseguir plata para drogarme. Vendí cadenas de oro, le saqué la jubilación completa a mi abuela, vendí ropa de mis familiares, todo por droga. Llegué a cambiar una cadena de oro por un porro. Estuve así durante cinco años, dejé de drogarme y empecé a tomar. Al tiempo dejé de tomar y empecé a consumir medicamentos, siempre por la depresión. Intenté suicidarme dos veces, una tomando un cóctel de pastillas y otra con veneno para ratas, pero no hizo efecto.
Mi historia cambió gracias a Dios. Llegué a la Universal en plena Hoguera Santa, sin entender bien de qué se trataba sacrifiqué, porque si para mis vicios lo había hecho, ¿por qué no podía hacerlo para Dios? Hoy mi vida es diferente, soy feliz, no sufro más depresión, me liberé de los vicios, me casé, junto a mi esposo tenemos una productora de contenidos audiovisuales, crecemos en todos los sentidos”.
Héctor: “Estuve prisionero de los vicios desde los trece años de edad. Empecé fumando tabaco, luego marihuana, cocaína y finalmente pasta base, que fue lo que me terminó de destruir. Tenía los labios quemados, vivía en la calle con mi familia, estábamos en la miseria total. Yo conseguía dinero para drogarme pero a mi esposa y a mis cinco hijos les hacía faltar todo. Estuve así durante 17 años, haciéndole pasar necesidades a mi familia.
Recuerdo que salía de trabajar a las cinco de la tarde y a la mañana siguiente ya no tenía nada de dinero. No tenía ni leche para darle a mis hijos, por eso mi esposa había dejado de confiar en mí.
Conocí la Universal y a las dos semanas empezó la Hoguera Santa. Generé mi sacrificio como pude y lo presenté en el Altar. Estaba desesperado, no sabía qué iba a pasar conmigo. Pero gracias a Dios al poco tiempo logré salir del vicio para no volver nunca más. Usé mi fe, perseveré en las cadenas y mi vida empezó a cambiar. Hoy tengo mi negocio, que lo conquisté en la Hoguera Santa del Templo de Salomón, mi familia es feliz, tenemos una vida de calidad, y todo sucedió en tan solo tres años”.
Si usted sufre por un vicio o tiene un familiar que no logra salir de una adicción, participe este domingo a las 15h en Av. Corrientes 4070, Almagro, y descubra que los vicios tienen cura.
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