Antiguamente, una pareja se conocía y, en el caso que hubiese sintonía, se ponían de novios después de un tiempo. De allí venía la etapa de conocerse, que muchas veces se convertía en compromiso, con toda la preparación para el matrimonio.
Eran etapas que enriquecían la relación. Había más tiempo para conocer mejor el otro y descubrir cómo dos vidas funcionaban juntas.
Pero hoy a nadie le interesa esperar. Las personas queman esas etapas. Besos y abrazos apasionados, incluso tener relaciones sexuales directamente, sin ni siquiera saber bien el nombre del otro. Al día siguiente, todo sigue como si nada hubiese sucedido. Sin compromiso. Sin lazos. Eso es “estar”.
¿Pero ese “involucrarse sin involucrase” combina con la vida de un cristiano, joven o no? ¿Edifica?
Está en la propia Biblia que, cuando un hombre y una mujer se unen físicamente, son una sola carne (1 Corintios 6:16). ¿Un verdadero seguidor del Señor Jesús debe cargar tantos “espíritus” en su cuerpo?
¿Y usted que piensa sobre “estar”? Responda en la encuesta de abajo:
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