Cuando yo tenía 18 años e iba a cumplir 19, determiné: “Este mes, este próximo año, a partir de enero, voy a comenzar a ser fiel a Dios. Voy a tomar en serio mi fe. Voy a tomar en serio mis compromisos con Dios. Voy a poner mi vida en el Altar”. Y dicho y hecho. Cuando vino enero, comencé a ser fiel en los diezmos, en fin, comencé a practicar lo que la Biblia dice que debemos practicar, a obedecer la Palabra de Dios. Con el tiempo, tuve una experiencia maravillosa con Jesús.
No fue de la noche a la mañana, no comencé a ser fiel en los diezmos y al instante tuve una experiencia con Dios. Tuve que insistir, permanecer en mi fe, tenía que mantener encendida la llama de la fe.
Yo no sabía del sacrificio, no lo conocía, pero sabía que tenía que calcular, tenía que hacer los cálculos: “Espera, realmente voy a comenzar a servir a Jesús con mis diezmos, con mis ofrendas, voy a comenzar una vida nueva, el año que viene”. Entonces me preparé psicológicamente para que a partir de enero comenzara a hacer lo correcto, para que entonces pudiera ser visitado por el Espíritu Santo.
No sirve que yo simplemente, movido por una emoción, tome una actitud que “supuestamente” es de fe, algo vibrante, algo emotivo, emocional. Si hubiera hecho eso, me habría frustrado. Y es lo que muchos de ustedes deben haber hecho: tomaron una decisión basada no en la fe, sino en la necesidad, y eso no funciona.
La voz de la fe, mi amiga, mi amigo, es la Voz del Espíritu de Dios. Cuando habla, no hay dudas. Las circunstancias pueden ser contrarias, pero no importa, usted está en paz con usted mismo porque está en la fe, está en el Espíritu, y le va a ir bien.
Es locura para las personas que no entienden el lenguaje de la fe. La fe es algo personal: o usted la tiene o no la tiene. Y si la tiene, no es necesario que nadie le diga lo que tiene que hacer. Usted lo hace por su propia fe. Esta fue la historia de Abraham y esta es nuestra historia.
“Así, pues, cualquiera de vosotros que no renuncia a todo lo que posee, no puede ser Mi discípulo.”, (Lucas 14:33). “Caramba, obispo, entonces quiere decir que Dios quiere todo de mí. Pero si doy todo, ¿cómo voy a quedarme?”, Es eso lo que Dios quiere, que usted cambie su confianza en lo que ve por lo que no ve. ¡Eso se llama fe!
Esa es la fe que supera cualquier barrera. La fe que hace de usted una persona invencible. Esa es la fe que hace de un mendigo un hombre rico, un próspero empresario. Esa es la fe que elimina el cáncer, esa es la fe que elimina problemas familiares, esa es la fe que cambia la vida de cualquiera. Esa es la fe que hace de usted una persona vencedora.
Obispo Edir Macedo
Secretos y misterios de la fe con el obispo Macedo, todos los domingos a las 18h, en Av. Corrientes 4070 – Almagro y en todas las Universal del país por videoconferencia.
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