¿Cree que tener secretos forma parte de la vida? Cuando de relaciones se trata, el asunto pasa a ser polémico. Hay parejas en las que un integrante no sabe cuánto gana el otro, o en la que uno le esconde gastos al otro.
Los secretos no incluyen solamente a las finanzas, otro punto clave en el que suele haber secretos en la pareja es en el ámbito sexual. Algunas mujeres no sienten ningún placer en sus relaciones con su esposo y él no sabe nada.
También existen quienes mienten por todo. Usan la mentira como un mecanismo de defensa, creen que de esa forma evitan problemas y conflictos, cuando en realidad solamente están pateando el problema para adelante.
Los especialistas coinciden en que la mujer, como ser emocional, teme que al revelar un hecho a su marido pueda resultar herida por su reacción. Eso provoca que ella mienta u omita algunas cosas. Claro que su recelo no justifica su actitud, pero esconder situaciones de su esposo es muy común entre mujeres que tienen dificultades de asumir errores y encarar determinadas situaciones.
Uno de las principales consecuencias de la mentira en la pareja es la desconfianza, pero no es la única. La inseguridad, el miedo a confiar nuevamente, el dolor, recelo, rabia y la hostilidad también forman parte de las indeseables consecuencias.
Mentí, ¿qué hago?
El primer paso para cortar el círculo vicioso de la mentira es dejar de actuar de esa forma. Uno debe ser consciente de los riesgos que asume al decir la verdad, pero más allá de las consecuencias, hay que pasar la situación con la frente en alto. El peor error que puede cometerse es victimizarse o intentar justificar la mentira, porque eso solo empeorará la situación. Es necesario analizarse y descubrir qué fue lo que lo llevó a mentir y a partir de ahí, no volver a mentir.
Una relación feliz se construye basada en la confianza y en la complicidad y eso excluye cualquier tipo de omisión, secreto o mentira.
“Estuve tres días en coma por las agresiones de mi marido”
Liliana Franco cuenta: “Viví una situación caótica con mi familia, me escapé de mi casa a los doce años de edad porque sufrí una violación a los seis años y no soportaba más.
A los 16 años conocí a quien hoy es mi esposo. Tres meses después de irnos a vivir juntos él se transformó. Pasó a tener malas compañías, se iba los viernes de casa y volvía recién los martes o miércoles, era muy agresivo. Debido a sus golpes constantes estuve tres días en coma. Pensaba que no había una solución para mi situación, por eso quise suicidarme en dos oportunidades. Además de todo, vivíamos en la miseria. Dormía en el piso de una casilla de chapa y cartón.
Un vecino habló con mi marido y lo invitó a la Universal. Ese día, él tomó un arma, me apuntó al cuello y me dijo que era la última puerta que íbamos a golpear, si no funcionaba, él me iba a matar a mí, a nuestra hija y por último se iba a suicidar. Desesperado, él fue a la Universal. Al volver a casa, tomó el arma y la tiró a la basura. A la semana consiguió trabajo.
Tiempo después llegó la Hoguera Santa, él sacrificó y yo lo acompañé a la Iglesia. A partir de ahí, Dios empezó a obrar en mí. Nos curamos, nos amamos, tenemos nuestra casa, negocio, camioneta y vamos por mucho más”.
Todos los jueves a las 16 y 20 h te esperamos en la Terapia del amor, Av. Corrientes 4070, Almagro.
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