Es muy fuerte este perfecto ejemplo que el Señor Jesús nos dejó, que muestra Su entrega para con nosotros.
Muchos son los que andaban por ahí, sin rumbo, sin alegría, buscando una respuesta para el vacío en sus vidas, hasta que llegó el momento en el que se cansaron de esperar por esta respuesta en el mundo y oyeron la Voz de la Fe, que les garantizó que sus problemas se convertirían en sus testimonios. ¡Es muy fuerte!
Cuando estábamos en el fondo del pozo, encontramos a Dios. Cuando ya no aguantábamos más esconder la sed en el fondo de nuestra alma, Él Se nos reveló. Cuando estábamos en el fondo del pozo, Dios transformó nuestro desierto en manantial, en pozo rebosante, para llevar vida a todo a su alrededor.
Allí nuestra sed fue saciada, nuestro vacío fue llenado. El pozo vacío, que antes más parecía ser nuestra cueva, se convirtió en una fuente rebosante.
¡Oh! Cuánto Le debemos a Dios por esto, es algo que no se paga materialmente; es una deuda tan grande, un compromiso, una Alianza. Y hoy vemos el resultado de este encuentro maravilloso.
Dios nos permitió tener intimidad con Él, nos enseñó a ignorar las monotonías y las religiosidades para que nos involucremos con Su Yo. Y, detalle, ese deseo de estar junto a nosotros es tan grande que el Propio Dios nos conduce hasta Sus brazos aquí en la Tierra. Un lugar donde, literalmente, estamos en Su dependencia, el Altar.
Para llegar hasta el Altar, nosotros luchamos. Y para permanecer, sacrificamos. Todo en honra para nuestro Señor. Allí, en Sus brazos, vencemos y recomenzamos nuestra vida, solo que esta vez, juntos.
¡Ah! Tengo la certeza de que millares de personas dicen hasta hoy cuánto valió la pena haber perseverado, haber sacrificado, pues Dios las llevó a una vida que no permite errores. “O es o no es”, o sube o se queda allá abajo.
Dios nos hizo conocer el secreto para vencer en todo y permanecer en todo: el Amor. No aquel amor irracional que viene del mundo, sino el Amor que viene de la Fe, el inteligente, que se basa en la renuncia, en la entrega, en la sumisión, en la obediencia y en tantas otras cosas, pero, por encima de todo, en el sacrificio.
Un pacto, una Alianza eterna, un Casamiento.
João Matheus