Huyendo de los incontables conflictos y guerras que ocurren en África y en Medio Oriente, decenas de miles de personas tratan, ilegalmente, llegar a Europa, especialmente a Francia, Italia y Grecia, que tienen un acceso menos difícil. Solamente en el 2015, Italia ya ha recibido más de 80 mil inmigrantes, mientras que, alrededor de 2 mil, han muerto tratando de llegar a destino.
Son hombres, mujeres, niños y ancianos. Todos aterrorizados por el clima del lugar que dejan atrás. Muchos con miedo de lo que está por venir. El gobierno francés se niega a aceptar a los inmigrantes. En Grecia, la crisis hace que el país se vuelva hostil; y en Italia, grupos de derecha se manifiestan – a veces violentamente – contra el ingreso de estas personas.
“La región se está africanizando. No podemos instalar campamentos de refugiados cerca de los barrios con niños”, afirmó el gobernador de Veneto, Luca Zaia. Y es para considerar que Veneto ha recibido solo el 4% de los inmigrantes.
El futuro del mundo
Sin embargo, el futuro de Italia y del mundo no está formado por personas de la edad del gobernador Zaia, o de quien guía la Tierra hoy. Ni tampoco de la edad de los adultos. El futuro está en las manos de los niños como esta pequeña niña que, al contrario de lo que otros están haciendo, recibe bien a los inmigrantes.
Mientras que los inmigrantes acampaban en la costa italiana, a la espera de conocer sus destinos, ella apareció distribuyendo dulces y, principalmente, cariño. Aquellas personas asustadas, fugitivas; realmente necesitaban palabras de consuelo y esperanza. Están huyendo de la guerra, de la muerte y, pudieron ver, en la niña, el futuro que les espera.
Por eso podemos comprender por qué el Señor Jesús nos enseñó que debemos cuidar a nuestros niños y tenerlos como ejemplo:
“El que reciba en Mi nombre a un niño como este, Me recibe a Mí; y el que a Mí Me recibe.” Marcos 9:37
“De cierto os digo, que si no os volvéis y os hacéis como niños, no entraréis en el Reino de los Cielos.” Mateo 18:3
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