“Dime con quién andas y te diré quién eres”. Hay muchas personas que no creen en este dicho, pero según los psiquiatras entrevistados por la Folha Universal, las personas son influenciadas durante toda la vida: por los medios de comunicación que intentan convencerla para que adquiera productos, por las novelas que le sugieren actitudes, por los compañeros que le imponen hábitos o por los familiares que las educan. Todos ellos afirmaron que, desde niños hasta la vejez se debe elegir bien el medio, los lugares para frecuentar y las amistades. Pero, a pesar de eso, existe una época de mayor vulnerabilidad.
De acuerdo con el doctor Iván Mario Braun, médico especialista en psiquiatría y abuso de drogas, la pre adolescencia y la adolescencia son esos periodos. “Eso posiblemente tiene que ver con el desarrollo del cerebro, de la personalidad y de la necesidad de ser aceptado en el grupo de amigos con los mismos intereses y que son considerados interesantes por los adolescentes”, explica.
Luciana Gomes de Deus, médica psiquiatra, agrega que el adolescente necesita modelos y, por eso, es vulnerable al poder de la influencia. “Cuando el joven tiene que lidiar con traumas, que pueden ser dolor, sufrimiento, timidez, depresión, pérdidas u otros sentimientos equivalentes, conoce lo que llamamos modelos de oposición, que son amigos que beben, que se drogan, que les va mal en la escuela, y terminan siendo influenciados por esas amistades de forma negativa.”
La especialista resalta que cuando el adolescente se vuelve rebelde por causa de esas influencias, esa rebeldía exteriorizada es una forma de pedir ayuda inconscientemente. “Pero esos jóvenes que están identificándose con grupos rebeldes no tienen la menor noción que eso está sucediendo y que necesitan ayuda.”
Recientemente, el Journal of Adolescent Health divulgó una investigación sobre la influencia de las amistades en los adolescentes y como ella puede estar asociada con los vicios de beber y fumar. El estudio confirmó esa interferencia y reveló que los adolescentes entre 12 y 17 años que miran fotos de amigos fumando y bebiendo en las redes sociales, por ejemplo, son más susceptibles a seguir el mismo comportamiento.
Cuando el joven quiere sentirse parte de un grupo
Lucas Gabriel da Silva, de 20 años, pasó por eso. Él quiso imitar el comportamiento de los amigos y entró en el vicio de las drogas por causa de las malas compañías. “En el colegio, yo quería ser popular como los otros muchachos y, después de una invitación que me hizo uno, terminé aceptando probar la marihuana”, cuenta.
Él cuenta que perdió a su padre cuando tenía apenas un año y, por no tener una referencia masculina dentro de la casa, se sentía inferior a los demás. “Cuando me drogaba, me sentía aceptado porque estaba entre los populares y temidos del colegio. Íbamos juntos a las fiestas. Yo imitaba todo lo que ellos hacían.”
Lucas usó drogas como hachís y éxtasis, y también bebía alcohol, todo desde los 13 a los 18 años y, a causa de eso, llegó al punto de vivir en la calle. “Estuve deambulando sin comer nada durante muchos días. La droga era mi vida, mi desayuno, mi almuerzo y mi cena. Yo no veía una solución y hasta intenté suicidarme”, comenta.
En medio de la desesperación y las alucinaciones, en el poco de consciencia que le restaba a Lucas, elevaba su pensamiento a Dios. “Yo era de una familia evangélica, conocía la Biblia. Recuerdo que una noche que estaba sobrio le pedí en oración a Dios ayuda para salir de aquella situación miserable”, recuerda.
La noche siguiente, él vio un grupo de jóvenes evangelizando a las personas en la calle. Uno de ellos se le acercó y lo invitó a la Universal. Para Lucas, aquella era una respuesta de Dios. “Yo sentí que estaba siendo atendido, no lo pensé dos veces y fui a la reunión. El primer día ya me sentí mejor y las ganas de consumir drogas fue disminuyendo”, dice.
Para lograr el cambio, él tuvo que apartarse de quienes lo influenciaban negativamente. “Perdí contacto con todos aquellos “amigos” que tenia. Aprendí a tener personalidad y a tomar decisiones con mi razón. Más allá de eso, hoy soy una persona que prioriza mi fe y busco ser un buen ejemplo, una buena influencia para todos los que están a mi alrededor”, relata.
Según el psiquiatra Iván Braun, las personas deben aprender a decir “no” cuando haya presión para que usen drogas o tengan algún comportamiento inadecuado. “Los adolescentes con la autoestima elevada tienen más facilidad para decir “no” sin miedo a ser rechazados, por eso es importante que los padres les den atención”, afirma.
El especialista destaca que la actitud de los padres puede disminuir la posibilidad del adolescente de exponerse a las malas influencias. “Es importante que ellos se pongan de acuerdo en los horarios en que el joven puede salir y a qué hora debe volver. También es esencial saber si él o ella están teniendo un buen desempeño escolar y profesional, y conversar con frecuencia abiertamente, para conocer sus problemas y dificultades”, concluye.
Más allá de eso, la psiquiatra Luciana Gomes deja un alerta a todos: “Somos constantemente influenciadas por el mercado, por las personas y por la sociedad en general. Por eso, es importante buscar tener principios y establecer un juicio de valor muy claro para no dejar que su vida sea direccionada por el interés ajeno”, agrega.
5 consejos para librarse de las malas influencias
-Acepte que sus padres quieran conocer a sus amigos, profesores y los padres de sus amigos, que sepan sus notas en la escuela y controlen sus horarios.
-Converse con sus padres sobre sus problemas escolares y de relaciones.
-Evite amistades de personas que se drogan, que beben o que tengan comportamientos que demuestran ausencia de carácter.
-Haga actividad física, busque un deporte que le agrade y practíquelo.
– Participe en los grupos de su iglesia, como, por ejemplo, la Fuerza Joven.
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