“Mis problemas comenzaron cuando conocí a mi actual esposo, él era alcohólico, tomaba mucho, tomaba todos los días y me golpeaba. Yo le retribuía los golpes y mi hijo terminaba a los golpes con mi marido también para defenderme. Él desde chico vivenció la violencia en casa. Este infierno duró años, yo pensaba en abandonarlo pero él se ponía a llorar y me decía que estaba enfermo, entonces yo me sentía culpable y no podía dejarlo.
Él tomaba todos los días y no podía dejar el vicio. Si bien iba a una asociación para dejar de tomar, no podía abandonar el alcohol. Llegaba a casa y comenzaba a tomar, aunque a veces salía a tomar con amigos, todos los días tenía que emborracharse.
Yo le pegaba para defenderme y para que se diera cuenta de lo que se siente que alguien te levante la mano. Por este problema estuve depresiva, llegué a tomar pastillas para dormir porque estaba muy nerviosa. Además, mi hija de dos años mojaba la cama, estaba todo el día asustada y nerviosa por la situación que se vivía en casa. Dinero para salir y para el alcohol había todos los días, pero para vestirnos bien y para construir la casa que estaba bastante deteriorada no había.
Recuerdo que en un momento él renuncia a su trabajo para montar su negocio y lo estafan, entonces se deprime y se relaciona con otra mujer. Cuando me entero, me convierto en una pesadilla para mi marido. Lo trataba mal, lo contradecía en todo, quería molestarlo y lo estaba logrando. Lo echaba y él no se iba, sino que tomaba más. Llegó un momento en que yo también comencé a tomar, necesitaba refugiarme en algo porque el cigarrillo no me bastaba. Quería que él se fuera de la casa y él no se iba, en un momento se cansó y me dijo que se iba, entonces pensé en hacer lo posible para que se quedara para hacerle la vida imposible. Así, podría matarlo y matarme también, no me importaban mis hijos, sabía que alguien los cuidaría. Solo quería vengarme.
Un día mi cuñado me viene a buscar para ir a la Universal, él también tenía problemas de alcohol y golpeaba a su esposa, pero el día que me vino a buscar lo vi diferente. Estaba acostumbrada a verlo borracho, desprolijo, mal hablado y ahora era otro hombre, noté un cambio tan grande en él que pensé que me podrían ayudar en la iglesia. Así fue que me acerqué para probar, empecé a estar más tranquila y mi esposo me acompañó al poco tiempo.
Hace cuatro años que mi esposo no toma, no tuvo recaídas, ni tiene ganas de tomar alcohol. Hoy es un hombre transformado, es mentira que el golpeador no se cura, yo lo comprobé. Yo también dejé el alcohol y el cigarrillo. Ahora mis hijos están bien, cambiaron al ver que nosotros salimos, estamos juntos, nos amamos. Es una vida distinta. La clave fue aferrarme a Dios y llenarme de Su presencia. Entender y poner en práctica es la salida, la solución”.
Participe usted también de la reunión de la Cura de los Vicios y compruebe en su vida o en la de un ser querido que existe una salida para este mal. Lo esperamos este domingo a las 15 h en Av. Corrientes 4070, Almagro.
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