En todos lados podemos encontrar personas que se entrometen en la vida de los demás. Sin medir sus palabras, hacen preguntas invasivas, se entrometen donde nadie las llama y, como si eso fuera poco, emiten opiniones cuando nadie se las pide.
No siempre es fácil lidiar con los que creen que tienen derecho a preguntar lo que se les antoje, a cualquier hora y en cualquier lugar. A ninguna mujer le gusta que le pregunten sobre su peso o el precio que pagó por su cartera nueva.
Por eso, algunas cosas solo deben preguntarse a personas con las que hay una relación más cercana. Aún así, es necesario tener cautela para no ofender o ser invasivas.
Uno de los peores hábitos que una persona puede adquirir es la curiosidad excesiva. El deseo de saber todo sobre los últimos acontecimientos en la vida de los demás es algo desagradable. Eso no significa que usted deba aislarse o dejar de conversar con quien está a su alrededor. Es posible dialogar con todos sin necesidad de hacer preguntas personales.
¿Qué hacer para evitarlo? Si tiene este hábito, recuerde que no todos tienen ganas de responder sus preguntas insidiosas. Póngase en el lugar del otro y nunca pregunte algo que a usted no le gustaría que le pregunten.
Por otro lado, para evitar la invasión ajena, el primer paso debe salir de usted. Existen mujeres que le cuentan su propia vida, sin ahorrar detalles, a todos. No sea así. No se exponga más de la cuenta o comparta toda su actividad del día en las redes sociales. Eso puede generar curiosidad y los demás pueden creerse con el derecho de cuestionar sus intimidades.
Siempre, aunque haya tomado todos los recaudos, habrá un curioso que quiera saber más. Es momento de tomar una actitud firme y decidida. Nadie está obligado a responder lo que no quiere, por eso, sepa decir “no” con educación y gentileza. Respóndale con otra pregunta, “¿por qué quieres saber eso?” y el otro quedará desconcertado.
Recuerde: gentileza no es sinónimo de intimidad. Se puede ser educada sin necesidad de contar todo lo que hizo el último fin de semana. El cambio empieza en nosotras.
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