La libertad es un concepto distorsionado y altamente idealizado en la cabeza del ser humano. La mayoría de las personas, en la búsqueda por su libertad, terminan volviéndose prisioneras de algo o de alguien, simplemente por no saber realmente qué es ser libre. Desconocen que la verdadera libertad no es hacer todo lo que se quiere, sino que simplemente es vivir SIN aquello que usted NO quiere para su vida.
El hombre que piensa que tener libertad es tomar cuanto desea, se vuelve prisionero del vicio.
El hijo que piensa que tener libertad es desobedecer a sus padres, se vuelve prisionero de las consecuencias de sus malas elecciones.
El marido que piensa que tener libertad es relacionarse con varias mujeres, se vuelve prisionero de su eterna insatisfacción.
La esposa que piensa que tener libertad es decir lo que tiene ganas, se vuelve prisionera de la soledad.
La joven que piensa que tener libertad es poder entregarse a quien quiere, se vuelve prisionera del diablo y del sufrimiento.
Ser libre es una necesidad humana que solo puede ser suplida por el Señor Jesús. Fue Él mismo Quien dijo:“Así que, si el Hijo os libertare, seréis verdaderamente libres.”Juan 8:36
A fin de cuentas, todo lo que NO queremos para nuestras vidas es el mal que el diablo les provoca – dolor, enfermedades, decepciones, angustia, tragedias, tristeza, miseria -, y solo tendrá prohibido provocárselos si estamos bajo la protección de Dios, obedeciendo, en todo, Su Palabra. Y, una vez viviendo sin lo que no queremos, estaremos libres para vivir con todo lo que queremos – paz, salud, felicidad, tranquilidad, prosperidad y realizaciones.
La verdadera libertad es hecha de disciplina, porque la disciplina es la estrategia más eficaz para evitar el sufrimiento y preservar el orden. Por otro lado, las prisiones son construidas para todos los indisciplinados – y, por más absurdo que parezca, por sus propias manos.
Obedecer a Dios es la única manera de ser libre, porque también es la única manera de mantener lejos de usted todo lo que le es indeseable.