El nivel de los mares está subiendo de forma constante. Esto obviamente no es ninguna novedad, y ha ocurrido en otros momentos de la Historia, en algunos casos con elevaciones de hasta 30 metros a lo largo de dos siglos. Las mediciones actuales más conservadoras estiman que desde 1992 ha habido un aumento de 8 centímetros del nivel del mar, un fenómeno asociado principalmente con el calentamiento global, ya que contribuye a expandir el volumen de agua.
Con la idea de proyectar un escenario futuro a partir de ese dato, la NASA publicó recientemente un informe donde estima que el nivel del mar podría llegar a aumentar hasta un metro por siglo, poniendo en riesgo directo a las ciudades costeras alrededor del mundo. En una entrevista con el diario El País de España, el especialista en glaciares Richard Alley, de la Universidad de Pensilvania, estimó que el aumento inclusive podría llegar hasta los 3 metros en los próximos 100 años. En la fase actual, las causas se deben a una combinación de factores: la expansión de los océanos por el calentamiento del agua, la fusión de las grandes masas de hielo de la Antártida y Groenlandia y la desaparición de los glaciares alpinos. En el caso de Buenos Aires, esto podría resultar en que la zona de Aeroparque y sus alrededores, como así también todo Puerto Madero, quede bajo el agua.
De acuerdo con la aplicación Flood Map, un desarrollo que permite simular escenarios de inundación en distintas ciudades del mundo en función de cuánto aumenta el nivel de los mares, una marca de 3 metros indica que partes de la Zona Norte de la provincia, como Tigre y Benavídez, quedarían seriamente comprometidas. Yendo hacia el Sur, Quilmes, Ensenada y Berisso, al igual que grandes partes de la Costa Atlántica, como San Clemente del Tuyú, Santa Teresita y Pinamar sufrirían las consecuencias.
Consecuencias en todo el mundo
Según el informe, las partes más afectadas serán las costas del Pacífico de Asia y Oceanía, así como el Mediterráneo Oriental y la costa atlántica de América. En otras ciudades costeras alrededor del mundo, este posible escenario provoca diferentes enfoques y estrategias. Nueva Orleans tomó la experiencia del Huracán Katrina como base para elaborar un plan de resiliencia urbana, a partir de la reforestación como protección costera, incentivos a propietarios para que inviertan en disminuir riesgos y concientizar intensamente sobre el cambio climático. Florida está comprometido con mejorar la infraestructura con la cual enfrentar esta situación, pero a un costo muy alto, lo cual provoca tensiones entre los objetivos políticos del presente y estos proyectos a largo plazo: deberá invertir 200 millones de dólares en un Plan Maestro de 20 años, con el que solo podrá contener las subidas esperables, quedando desprotegido frente a cualquier catástrofe fuera de lo planeado.
Un informe reciente hecho por el Instituto para la Tierra Urbana para la ciudad de Boston recomienda una estrategia “veneciana”: construir canales navegables. De acuerdo a este proyecto, se buscaría canalizar las potenciales inundaciones hacia ciertas calles, preservando otras, con lo cual se trataría de un sistema mixto. Los problemas para la ciudad más grande de Massachusetts no se detendrían ahí sin embargo, y debería implementar otras medidas para evitar inundaciones catastróficas, tales como construcciones más elevadas y murallones protectores.
Tal vez la experiencia más palpable sea la de las ciudades holandesas. El país europeo tiene la mayoría de su superficie debajo del nivel del mar, y en algunos casos la profundidad llega hasta los 6 metros. En 1287, el Mar del Norte invadió el territorio holandés, creando un brazo llamado Zuiderzeen, 25 veces más grande que la ciudad de Buenos Aires. Para solucionar las inundaciones que provocaba ese mar interno, en 1916 comenzaron a construir un dique de 50 kilómetros de largo que logró contener la situación. Buenos Aires podría copiar esa solución holandesa, construyendo un dique de 42 kilómetros entre Quilmes y Colonia, Uruguay.
¿El fin de los tiempos?
En su blog, el obispo Edir Macedo habla sobre el fin de los tiempos y el regreso del Señor Jesús: “No todos lo creen. Y entre los que creen, pocos Lo esperan. Pero Él volverá. Los últimos acontecimientos en el mundo son evidentes señales de eso. Tsunamis, terremotos, lluvias torrenciales, epidemias y hambre han arrancado centenas de miles de vidas. Súmese a eso las drogas, violencia y accidentes. Todo parece encaminarse hacia el fin.
‘Se levantará nación contra nación, y reino contra reino; y habrá grandes terremotos, y en diferentes lugares hambres y pestilencias; y habrá terror y grandes señales del cielo’, (Lucas 21:10-11).
Nación contra nación habla de guerras entre países. Reino contra reino se trata de conflictos religiosos. Peor que guerras entre naciones son los conflictos religiosos. Por eso, Jesús dijo: ‘El hermano entregará a la muerte al hermano, y el padre al hijo; y los hijos se levantarán contra los padres, y los harán morir’, (Mateo 10:21).
Ese clima de terror y muerte ya existe. La tendencia es que aumente todavía más. Pero, aún no es el fin. Él se acerca a pasos agigantados.
Antiguamente, el Fin de los Tiempos era un asunto apenas del Altar. Hoy, los científicos están tan seguros de eso que lo hablan abiertamente. Uno de los canales de televisión del mundo está siempre publicando artículos sobre el asunto. Las catástrofes mundiales parecen anunciar el fin. Pero, antes de eso, viene la Gran Tribulación. Un período de 7 años del imperio anticristiano.
En este momento, vivimos el período de la Pequeña Tribulación. Al final de este, el Señor Jesús va a arrebatar a sus fieles seguidores. Ellos no sufrirán los daños de la Gran Tribulación. Ya los cristianos piratas sufrirán la furia del imperio del anticristo. Quien viva, lo verá…”, advierte el obispo.
Si usted quiere saber más sobre este tema y lo que sucederá antes de la venida del Señor Jesús, participe este miércoles de la Noche de la Salvación, donde tendrá la oportunidad de entregar su vida a Dios y obtener el mayor milagro, la Salvación de su alma.
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