Hay personas que están bien en un grupo, que les gusta estar rodeados de personas, se llevan bien en la colectividad. Hasta ahí, no hay nada malo. Vivimos en sociedad y necesitamos realmente eso. Pero observe si algunas de esas personas también se sienten bien cuando están solas. No siempre. Parece absurdo, pero es así realmente: ¡no a todo el mundo le gusta su propia compañía!
El cineasta ruso Andrei Tarkovsky definió bien ese tema, en una entrevista: “Todo el mundo necesita aprender, desde pequeño, como pasar un tiempo consigo mismo. Eso no significa que debemos ser solitarios, sino que no debemos aburrirnos de nuestra propia persona. Aquellos que se aburren con su propia compañía me parece que están en peligro en lo que se refiere a la autoestima”.
Según la psicoterapeuta Maura de Albanesi, de San Pablo, “obviamente, hay momentos en los que uno quiere estar con otras personas, debe existir ese cambio, y eso no es necesariamente porque usted no quiere estar con usted, son momentos y momentos”. Sin embargo, “el problema está en cuando se necesita siempre estar con alguien y nunca puede estar solo. A partir de allí vamos huyendo y es por eso que se van creando las dependencias”, explica.
Personas que no se gustan
¡Hay quienes disfrutan estar en compañía, pero disfrutan estar solos también! Entra en escena aquella vieja expresión “descubriendo mi yo” – que, sí, es una expresión, pero es verdadera.
Es el caso de Fernando Batista (foto de al lado), de 23 años. Él es muy sociable, está casi siempre rodeado de amigos, pero nunca dejó de hacer solo las cosas que le gustan. “Desde la infancia, soy muy amistoso y me gusta vivir rodeado de personas, pero tampoco desprecio e incluso me gusta hacer cosas del tipo “solo yo y nadie más”, cuenta. En eso Fernando incluye paseos en el shopping, una película en el cine e incluso otras cosas.
“Recientemente hice un “mega viaje” solo. Recorrí cuatro estados brasileños. Un punto positivo es que uno decide sin exigencias en su ruta, sobre qué hacer y a dónde ir. Y podemos hacer amistades, como hice en todos los lugares que visité”.
Fernando equilibra bien tener compañía y la ausencia de ella: “Cuando estoy solo, me gusta mucho leer, estudiar, oír buenas canciones. Y a veces esos momentos son raros, incluso porque mi rutina es muy intensa y los momentos que tengo son pocos”. El próximo paso será un viaje internacional, nuevamente solo, pues él dice que quiere conocer “otras culturas, otros idiomas”.
No podemos olvidarnos de la impresión que una persona sola le causa a otras. Siempre hay alguien – a veces sin culpa o malas intenciones – creyéndola solitaria o una pobrecita que necesita ayuda para formar parte de un grupo. No entienden el valor de esos momentos. Fernando lo soluciona con facilidad:”Cuando noto que comienzan a mirarme de modo extraño y a comentar, ignoro. Creo que la felicidad no tiene secreto y no es porque uno está solo que está listo para morir, como acostumbran a creer”, comenta.
Si es su caso y usted no se siente bien cuando está solo, sepa que hay una solución. Eso tiene arreglo. Es necesario “marcar encuentros” con usted mismo. Si le gusta un determinado lugar – con o sin personas -, pase momentos buenos en ese lugar, observando sus impresiones delante de lo que ve y oye. Ir al cine parece una obligación colectiva, pero a muchas personas les gusta estar en contacto solo “ella y la película” allí, interactuando. ¿Ya intentó quedarse un fin de semana en algún lugar cerca de su ciudad, solo?
Las exageraciones
Maura de Albanesi apunta a otro lado de la cuestión: “También es un problema cuando la persona solo quiere estar sola y nunca quiere estar con nadie. A eso lo llamamos fobia social. La exageración de los dos lados es mala”.
La terapeuta dice que ambos momentos, a solas o con alguien, deben ser vividos con equilibrio – exactamente como Fernando lo muestra en la práctica. Y resume el tema en un punto crucial: “La soledad es la ausencia de contacto consigo mismo”. Solo o acompañado.
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