Curiosidad, miedo, inseguridad, ilusión. Estos son algunos de los sentimientos que hacen que algunas mujeres acepten la pornografía en sus vidas, ya sea para consumo propio o por la influencia de su compañero. Los medios de comunicación divulgan que este tipo de contenido es algo normal y que ayuda a estimular la relación de la pareja. Esta información es falsa, porque lo que la pornografía le aporta a la vida de la pareja se resume en una única palabra: destrucción.
En los videos, hombres y mujeres con cuerpos esculturales muestran escenas de placer que involucran orgías, pedofilia y fantasías. A los actores se les paga para interpretarlas y, en la mayoría de los casos, son personas depresivas y que les gustaría tener otra vida. Entonces, detrás de la imagen que muestra el sexo fantasioso, existe mucha soledad.
Para Bárbara Dalcanale Menêses, psicóloga, sexóloga y conferencista, hay que entender que existen muchos mitos sobre la sexualidad y uno de ellos es que el hombre tiene la necesidad de acceder a la pornografía. “Algunas esposas piensan que consumir pornografía forma parte del universo masculino y que ellas tienen que someterse a esa situación. Entonces, la mujer trata de aceptarla y termina quedándose callada para no crear roces en el matrimonio”, explica Bárbara.
Además de perjudicar la relación entre la pareja y hacer que la mujer se sienta un objeto, Maristela V. Botari, psicóloga especialista en relaciones amorosas, menciona otra situación que es muy común. “Las mujeres también recurren a la pornografía para ‘ganar más experiencia’, para masturbarse y por lo general, se terminan frustrando”, destaca.
Cuando la curiosidad perjudica
La empresaria Daniela de Jesús Santos, de 36 años, forma parte de esta estadística. Ella cuenta que por sentirse desvalorada en su matrimonio, buscó ver videos para llamar la atención de su pareja. “Veía películas eróticas en internet porque quería encontrar soluciones para mi relación. Llegué a comprar objetos en tiendas de productos eróticos. Trataba de ser igual a una prostituta para complacerlo”, afirma.
Su compañero también miraba y, para satisfacerlo, Daniela lo acompañaba. “Pero no servía de nada. Nuestra relación solo se enfriaba y creía que si yo no hacía eso él me cambiaría por otra. Incluso intenté suicidarme dos veces”, dice la empresaria.
Pero, cuanto más miraba, más me deprimía. “Llegué al punto de pasar horas frente al monitor de la computadora, solo pensaba en esas escenas. Sabía que eso estaba mal y decidí hacer lo correcto”, dice.
Daniela dijo que el cambio no fue fácil, ya que ella quería dejar de utilizar los contenidos eróticos, pero su compañero no quiso renunciar a esto. De esta manera, firme en su decisión, ella decidió ponerle fin al matrimonio. “Tiré todo lo que me conectaba a la pornografía. Dejé las viejas amistades, prendas de ropa, lugares y comencé a ejercitar mi mente para ser diferente. Hoy estoy feliz, en paz y tengo la conciencia tranquila sin que nada me acuse”, completa la joven.
¿Y qué hay que hacer si el marido tiene esta inclinación?
La peluquera Crisliane Oliveira (foto de al lado), de 26 años, descubrió los constantes accesos a páginas pornograficas de su marido al comienzo del matrimonio. “Peleábamos mucho a causa de eso. Él decía que era normal, que yo tenía que aceptarlo y, por esto, perdí la autoestima, me iba a dormir llorando casi todos los días, porque sabía que él se quedaba mirando esos videos durante toda la madrugada”, lamenta.
Ambos sabían que esa práctica estaba mal, pero, aun así, no sabían qué hacer para resolver el problema. “Paulo, mi esposo, en el fondo sabía que eso era perjudicial, sin embargo, nuestras peleas no lo motivaron a que lo abandone. Hasta que yo tomé la decisión de cambiar de a poco mis actitudes y dejé de cobrarle”, revela.
Ella dejó de interrogarlo y, cuando se daba cuenta que él estaba mirando pornografía, se sentaba y conversaba con calma sobre lo que pensaba de aquella actitud. “Le mostré que eso me hacía muy mal. No fue de la noche a la mañana que él logró cambiar, pero, después de mi cambio, él decidió luchar para librarse de ese vicio”, dijo.
Ellos decidieron continuar casados y hoy descubrieron la importancia del amor inteligente para la salud de la relación. “Tanto el marido como la esposa deben sentirse seguros uno del otro y la pornografía es algo que solo destruye. Paulo no accede más a esto y aprendimos a unirnos para enfrentar los problemas y construir un matrimonio feliz”, concluye.
Una relación saludable y sin pornografía
Nanda Bezerra, escritora y conferencista, aclara que hoy en día con la facilidad de acceso a internet las personas consumen fácilmente esta clase de material que perjudica a tantas familias y, por eso, para ella, la mujer no debe aceptar la pornografía en ninguna circunstancia.
“Es algo que la lleva a la adicción, hacia un abismo sin fin. Si usted quiere adquirir experiencia, no mire, no se involucre con esto. Pero si usted ya es adicta, indígnese y hoy mismo decida parar. Corte lo que la está debilitando, sea radical”, aconseja.
Ahora, cuando es el compañero quien persiste en el error y se rehúsa a dejar el vicio, el diálogo siempre es el primer paso para ayudarlo. Nunca acepte el mal por miedo a perderlo.
¿Por qué las mujeres consumen pornografía?
Por timidez
Las mujeres tienen dificultades de expresarse sexualmente, de conversar sobre sexo o sexualidad.
Por innovación
Muchas veces, ellas recurren a la pornografía para descubrir nuevas formas de darle placer al hombre, como poder variar posiciones, pensando que todos los hombres son estimulados de esa forma.
Por curiosidad
Hay jóvenes que tienen el deseo de saber cómo es el sexo y buscan a través de sitios y videos algo que saque sus dudas.
Por comparación
Muchas quieren comparar el desempeño del actor al de su compañero y creen que los videos pueden ser una forma de aumentar su excitación.
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