Generalmente, a la mujer le gusta estar bonita, bien vestida y con la piel suave. Sabiendo eso, la industria de la belleza invierte en diferentes campañas para seducir, manipular y hacer que ella sienta la necesidad de comprar más y realizar nuevos procedimientos estéticos, entre otras cosas. Todo por la perfección que no existe.
De acuerdo con investigadores en el área del mercadeo, la motivación para el consumo va de acuerdo a las siguientes necesidades: fisiológicas, seguridad, amor, pertenencia, autoestima y realización personal. Y son las emociones las principales responsables en el momento de gastar excesivamente. Este tipo de consumo hace que la gente compre y/o use productos apenas por el placer inmediato de resolver algún problema y no por la necesidad que tiene.
Ser bella de forma inteligente
Núbia Siqueira, escritora y conferencista, afirma que si la mujer depende de la admiración de los demás por su apariencia, se convertirá en una esclava de la industria del consumo, pues se ve influenciada a encontrar siempre un defecto en su propio cuerpo. Y eso la hace esclava de los gastos excesivos en su apariencia.
“Quienes aceptan esas sugerencias tendrán que trabajar cada vez más para mantener el consumo y vivirán cada vez menos. El problema es que la tarjeta de crédito no compra lo que nos hace realmente felices. Cuando tengo muchas ganas de comprar, hago limpieza en el armario”, dice.
Entonces, es necesario estar atenta a lo que la motiva en el momento de hacer una compra o someterse a un procedimiento estético. ¿Busca un cuerpo perfecto para ser feliz? ¿O lo hace debido a la rabia o la angustia? Entienda que corre el riesgo de estar siendo manipulada por la sociedad, porque nada material cura los problemas interiores. La verdadera belleza viene del equilibrio.
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