Oiga lo que el Señor Jesús les dijo a los discípulos:
… pero recibiréis poder, cuando haya venido sobre vosotros el Espíritu Santo, y Me seréis testigos en Jerusalén, en toda Judea, en Samaria, y hasta lo último de la Tierra.” Hechos 1:8
La razón del derramamiento del Espíritu Santo es transformar a los seguidores del Señor Jesús en testigos vivos de Su resurrección.
Solo es posible servir como testigo de Alguien que murió y resucitó, pero que no está más entre nosotros físicamente, cuando se “recibe” o “es incorporado” por Su Espíritu.
El Espíritu del Señor Jesús “incorpora” en Sus discípulos para que estos no solo resuciten también, sino para que testifiquen y comprueben la resurrección de Su Hijo con pruebas irrefutables.
Dios resucitó al Señor y también nos resucitará a nosotros mediante Su poder. 1 Corintios 6:14
… sabiendo que Aquel que resucitó al Señor Jesús, a nosotros también nos resucitará con Jesús, y nos presentará juntamente con vosotros. 2 Corintios 4:14
Una vez incorporado con el Espíritu de Jesús, la mente, el carácter y el perfume del discípulo serán notoriamente identificados con la mente, el carácter y el perfume del Señor Jesús mostrados en Su ministerio terreno.
En la práctica, significa:
Perdonar a los malhechores (asesinos, criminales, etc.), tal como Jesús hizo delante de los que Lo maltrataron en el Calvario. Lucas 23:33-34
No juzgar, no condenar, y perdonar siempre. Lucas 6:37
No resistir al perverso y a cualquier bofeteada en la mejilla, volverle también la otra. Mateo 5:39
Amar a los enemigos y orar por los perseguidos, porque si se ama a quienes lo aman, ¿qué recompensa hay o qué diferencia se hace? Mateo 5:44-46
Estos son algunos de los principios básicos de la Mente y del Carácter de Dios.
Alguien dirá: ¡eso es imposible! Yo soy humano y no Dios…
Pues bien, ¡pero Dios jamás nos pide algo a lo que no podamos responder!
Cuando se es poseído por Su Espíritu no hay cómo no tener un comportamiento semejante al de Él.
Ante eso, ¿quién dudará de la resurrección de Jesús?
Comentarios
Ariane Ferreira
Obispo, cada día, al ver el trabajo de la Universal, me encanta más.
Afortunadamente, tuve el privilegio de crecer formando parte de esta gran familia, recibiendo la educación Universal, repleta de fe, vida y principios que formaron mi carácter.
Mi carencia paterna fue absolutamente suplida por cada pastor y cada obispo que pasaron por mi vida y que me enseñaron tantas cosas.
Pero, aún más gratificante es ver que esta obra ha hecho la diferencia, no solo en mi vida, ¡sino en la vida de centenas de miles de personas que se han permitido beber del Agua Viva! Y la Universal ha distribuido esa Agua.
Es realmente muy, pero muy bueno ver que mientras estamos aquí, luchando nuestras luchas en todas las áreas de nuestra vida, existen miles de hombres y mujeres de DIOS esparcidos por el mundo para alcanzar a todos y darles la Palabra de la Verdad y de la Vida para que la fe que está adormecida dentro de ellos se despierte y su entendimiento se abra. En este Ayuno, he acompañado diariamente sus mensajes – lo que no tenía el hábito de hacer con frecuencia – ¡y en cada testimonio que veo me alegro aún más por formar parte de esta Obra!
Me alegré especialmente por la tribu de los Masáis.
Siempre consideré a la Universal como a mi madre espiritual y por más que una madre pueda tener sus defectos, el verdadero hijo, engendrado por ella, no la cambiaría por otra…
Obispo, ¡le agradezco por su fe y coraje para enfrentar todo lo que ha enfrentado para dar inicio y mantener esta obra en crecimiento!
¡Le pido a nuestro DIOS que le conserve en esa fe y en ese Espíritu que ha bendecido a muchos!
¡He aprovechado este Ayuno de Daniel como nunca para acercarme más y más a mi SEÑOR Jesús y agradarlo en todo!
¡Y la aplicación de la Universal me ha ayudado mucho en esta tarea!
Rafael Salguero
Hola obispo, buenas tardes, que Dios lo bendiga grandiosamente.
Ya estoy hace 3 ó 4 años en la iglesia, tengo 14 años de edad.
Dentro de estos años el diablo me ha engañado diciéndome que yo tenía el Espíritu Santo y eso me dejaba indignado.
Cada vez que terminaba la búsqueda de miércoles y domingo, yo salía de la iglesia vacío con esa “nada” dentro de mi pecho.
Era muy sentimental, mi madre me reprendía o me retaba y yo me iba a mi habitación a llorar, todos estos años fueron así.
En ese momento llegó el Ayuno de Daniel.
Al principio, cuando comencé el Ayuno, empecé sin saber para qué iba a hacerlo. Después, al cuarto día del Ayuno de Daniel, oí su Palabra Amiga y, en ese momento, el Espíritu Santo me tocó para que Lo conociera, para que tuviera de una vez por todas ese encuentro por el que hace cuatro años estoy ilusionado.
Obispo, ¡Ah, qué día!
El 2 de octubre de 2015, a las 12:40, tuve el privilegio de conocer al Creador de todas las cosas, el Dios del pasado, del presente y del futuro, el Magnífico Espíritu de Dios. Obispo, ¡caramba! No sabía qué decir, cómo expresar lo que me estaba sucediendo en ese momento, y en ese instante el Espíritu Santo, a través de usted, dijo:
“Entonces recíbalo, ¡Él es todo suyo!”.
Qué paz, qué alegría, eran lágrimas de alegría, de gozo, que corrían por mi rostro, no sabía si reía o lloraba, eran los dos juntos.
No existe ni siquiera una palabra para agradecer Su infinita misericordia y como decía “Beber de Tu fuente, me vine a saciar Señor”.
Es glorioso ver a un Dios, o más bien El Dios tan grande e infinito, habitando en un ser tan fallo, tan pecador y tan pequeño como yo.
Le agradezco a Dios por haberlo usado a usted para ayudarme.
Todos los días oro por usted.
Obispo, muchas gracias.
Ya veo una gran diferencia en mí.
¡Que Dios bendiga a todos!