La Santísima Trinidad dentro de los bautizados
Y Yo rogaré al Padre, y os dará otro Consolador,
para que esté con vosotros para siempre: el Espíritu de verdad,
al cual el mundo no puede recibir, porque no Le ve, ni Le conoce;
pero vosotros Le conocéis, “porque mora con vosotros, y estará en vosotros.”
No os dejaré huérfanos; vendré a vosotros.
Todavía un poco, y el mundo no Me verá más; pero vosotros
Me veréis; “porque Yo vivo, vosotros también viviréis.”
En aquel día vosotros conoceréis que “Yo estoy en Mi Padre”,
y vosotros en Mí, y Yo en vosotros. Juan 14:16-20
El Señor ruega, implora, pide insistentemente con humildad,
para que el Padre derrame de Su Santo Espíritu.
Los que desean beber del Agua Viva, deben al menos hacer lo mismo.
Él habitaba delante de ellos, pero deseaba habitar dentro de ellos.
Sin Su Espíritu todos son huérfanos, es decir, carentes de protección.
Por eso el Espíritu Santo es la Armadura de Dios.
Es Él que nos da condiciones de vivir eternamente.
Todos los que son bautizados con el Espíritu Santo,
llevan en sí la presencia de la Santísima Trinidad.