Se acerca el verano y muchos recuerdan que deberían haber cuidado mejor su alimentación. Comienzan a preocuparse por la dieta y la palabra “carbohidrato” debe ser eliminada del vocabulario, y del menú, claro.
Por eso vamos a hablar un poco de estos compuestos tan importantes (y muy presentes en la química orgánica). Cuando hablamos de hidratos de carbono nos referimos a moléculas cuya unidad estructural son azúcares; si tiene un solo tipo de azúcar es un monosacárido como la glucosa o la fructosa, si tiene dos es un disacárido como la sacarosa (azúcar común), y si la molécula es muy grande y está formada por varios tipos de azúcares son polisacáridos (los almidones y la harina están en este grupo).
Los alimentos que contienen este tipo de compuestos al ingresar al organismo entran en contacto con enzimas que los metabolizan, esto significa que los enlaces que unen a los átomos de la molécula se rompen y al hacerlo generan una gran cantidad de energía. El cuerpo dispone rápidamente de la misma para funcionar y, particularmente, el cerebro hará uso de la glucosa que pasa al torrente sanguíneo para su correcto desempeño.
Hasta aquí todo parece perfecto, sin embargo, sabemos que existe un “pero”… y el problema aparece cuando los carbohidratos ingeridos generan más energía (calorías) de la que nuestro cuerpo utiliza realmente. Lo que resta se transforma en glucógeno y se almacena en los músculos para estar disponible energéticamente cuando lo necesitemos, pero si sobra un poco más, se metabolizará como grasa; y es así como llegamos a la cuestión planteada al comienzo.
Lo cierto es que una dieta sin carbohidratos no es saludable, pero tampoco lo es consumir solo un tipo de ellos y menos en cantidad desmedida. Los alimentos que los aportan son muy variados, por eso es importante que provengan de diferentes fuentes, dado que así aseguramos la ingesta de otros nutrientes que son necesarios también para el correcto funcionamiento del organismo. Además, necesitan ser combinados con actividad física, para que toda esa energía que aportan sea bien aprovechada y de esta forma podamos obtener beneficios.
El equilibrio es, una vez más, el quid de la cuestión.
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