Fiestas, estudios, smartphones, redes sociales y amistades. El mundo del joven está rodeado por situaciones y personas que pueden influenciarlo y, lamentablemente, no siempre los padres logran acercarse lo suficiente para guiarlo en el camino correcto.
La madre, que hasta hace poco tiempo ejercía el papel de mejor amiga de los hijos, compañera responsable por oír los secretos, hoy en día apenas logra hacer que el adolescente responda “sí” o “no”. Y, entendiendo la complejidad de esa relación, la Universal en Portugal realizó, a fines de septiembre, la segunda “conferencia de madres e hijos”.
Bendito el fruto de su vientre
La única forma de combatir las discordias, la falta de diálogo y la desconfianza que ha predominado en muchos hogares, es entregándose verdaderamente a Dios y siguiendo Sus enseñanzas.
Por eso la importancia de la conferencia, que reunió a 3 mil personas en el Templo Mayor, sede de la Universal en Portugal. La reunión fue realizada en Lisboa por las conferencistas Viviane Freitas y Cristina Silva, y fue transmitida simultáneamente a todo el país.
Según ellas, gran parte del problema en la relación entre madres e hijos está en la falta de conocimiento que uno tiene del otro. En una relación así, la madre debe ir en búsqueda de la necesidad del hijo; ella debe descubrir eso demostrando un verdadero interés por lo que él hace. Eso, sin embargo, exige sacrificio.
“A veces el orgullo le impide conocer y solucionar el problema”, afirmó Viviane.
Qué hacer
Entender al otro es fundamental para establecer una relación de confianza y de bienestar. Al final, ¿cómo conversar, aconsejar, aprender y enseñar a alguien con quien usted no se entiende? Es importante que el hijo entienda la vida de la madre, así como es importante que la madre entienda la situación por la que el hijo pasa. “Cuando busca entender a una persona, usted está mirando el alma”, explicó Viviane.
Cuando una persona entiende a la otra, percibe la necesidad de brindarse y aprende cómo ayudar. Y ese mismo proceso debe ser realizado en la relación con el Señor. “Si yo conozco a Dios, yo tendré problemas. Solo que, con el Espíritu Santo, cultivando mi relación con Él, sabré cómo lidiar con ellos”, concluyó la conferencista.
La proximidad y la empatía necesarias en la relación con los hijos también fueron resaltadas en la ” Conferencia de madres e hijas” que se realizó en San Pablo, a fines de septiembre.
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